viernes, 8 de diciembre de 2017

LA ANSIEDAD ANTE LOS CAMBIOS EN LA VIDA

Existe un tipo de miedo que aunque no sea inicialmente intenso, sí que se va acumulando poco a poco si no le damos verdadero cauce. Y es el miedo a los inevitables cambios que la vida nos expone. Todo es movimiento, transformación y evolución. Inclusive en la naturaleza nada es estático. Y nosotros estamos dentro de esa corriente de evolución que es la propia vida. Para que dichos cambios puedan darse, todo ha de colocarse en su lugar para así poder fluir.  A veces se trata de un giro sencillo, pero otras se trata de girar completamente. Y es entonces cuando aparece el miedo, pues sientes cómo una parte de ti ha de ser soltada. Que durante mucho tiempo la creías ahí estable y permanente, pero que con el paso del tiempo has visto que ya no encaja en tu vida. Y es entonces cuando has de poner un fin para que tu vida pueda tener un nuevo principio. Para que lo viejo sea soltado y lo nuevo surgido pueda creer. Por eso es importante cambiar desde el "quiero", no desde el "debo" o "tengo que", ya que éstos últimos implican una lucha contra nosotros mismos y por lo tanto contra la vida.
Esos cambios de los que hablo, no pueden ir en contra de nuestro propio sentir. No pueden ir contra nuestro corazón sino a favor suyo. Ahí es cuando notamos que la vida fluye, cuando estamos en armonía con nuestros sueños y en coherencia interna. Dicha coherencia se produce cuando alimeamos nuestros sentimientos, pensamientos y acciones. Si alguna de esas variables está en disonancia con las demás, se bloquea nuestro propio fluir interior y por lo tanto el de la vida.
Como decía, en ocasiones el cambio es tan grande que te sientes como al filo del abismo, ya que lo conocido nos proporciona seguridad. Y eso es porque nuestro ego vive en la memoria. En lo que parece que controlamos, aunque en verdad no controlamos nada. Por eso el ego siempre está en contra de los cambios, a favor de que todo siga igual. Ahí lo que nos toca es aprender a soltarnos de la memora, soltar el control, pues nada puede fluir desde "la atadura". Eso sería como tratar de avanzar pisando el freno. Queremos avanzar, sentimos que lo necesitamos, pero a la vez nos encontramos pisando el freno. Es decir, queremos avanzar desde el miedo y eso es autoengañarnos. Primero porque se avanza desde la confianza, no desde el mido. Y segundo nos autoengañamos porque hacemos como que avanzamos, pero en el fondo no queremos abandonar lo conocido.
Ante eso me pregunto ¿qué es lo que quiero? ¿Evolucionar o sólo busco sensaciones? ¿Alivio o sanación?  Date cuenta de cómo en muchas ocasiones, tratamos de "nadar y guardar la ropa", con lo cual ahí lo que estamos haciendo es autoengañarnos de nuevo. Haciendo que nado para aliviar mi ánsia de cambio, pero a la vez sin soltar la ropa. Y así no podemos entrar en la corriente del río de la vida. Y lo que no fluye se estanca.
Así mismo es importante saber exáctamente a qué nos referimos con eso de "cambiar o transformarnos". Durante mucho tiempo creí que las transformaciones eran exteriores. Cambiar de trabajo, vivienda, pareja, auto, ciudad,... Pero con el tiempo descubrí que la verdadera transformación se produce en el aprehendizaje de esa confianza y de ese soltar. Lo demás... el trabajo, la pareja,... la ciudad... es sólo el contexto en el que se produce el aprendizaje. De la misma menera que el aula del colegio no es el contenido que en ella se imparte, sino el lugar en el que acontece. Jamás confundamos el aula con el contenido, ya que ahí lo que estamos haciendo es modificar la decoración del aula creyendo que ése es el cambio. Cuando en verdad se trata de un cambio interno para que lo externo pueda darse.  Primero es SER lo que quieres, porque según eres así HACES y según haces así TIENES U OBTIENES.  Si yo quiero un trabajo que me proporcione libertad ¿cómo lo voy a conseguir si me encuentro en la prisión del miedo? Primero he de ser "el Rafa" de ese nuevo trabajo, ya que "el Rafa" del miedo no podrá hacer los cambios necesarios que lleven a obtenerlo. Es decir, aún no se ajusta a él.
Como decía, el verdadero cambio es siempre interior, lo demás... vendrá por añadidura, las piezas de la vida se ajustarán a ese nuevo SER. Y de esa manera, el miedo a los cambios de la vida serán menores.

jueves, 12 de octubre de 2017

LA ANSIEDAD DE CAMBIAR DE VIDA

En las consultas individuales que realizo, cada vez me encuentro más personas que manifiestan tener ansiedad debido a que no terminan de cambiar ciertas situaciones de su vida. Quizás su relación de pareja o familiar, su situación laboral... Y es que solemos decirnos "hasta que no TENGA tal o cual situación, no podré SER feliz". Salvo situaciones excepcionales de maltrato físico o psicológico, en el fondo ahí lo que estamos haciendo son dos cosas. La primera es posponer o condicionar nuestra felicidad, ya que hay personas más felices con bastante menos de lo que tenemos. Y segundo y lo más importante, ahí lo que hacemos es condicionar nuestro SER a lo que podamos TENER. Es decir, creemos que para llegar a SER de una determinada manera primero hemos de TENER x condiciones. Solemos decirnos frases del tipo "Hasta que no TENGA ese trabajo ideal no podre SER libre". Sin darnos cuenta de que en el fondo ese tipo de creencias son falsas ¿Por qué? Pues porque es justo al contrario. Primero hemos de trabajarnos para llegar a SER lo que anhelamos, ya que en función de lo que somos así haremos, y según hagamos así alcanzaremos. Es decir, en función de lo que somos, así hacemos, y en función de lo que hacemos así tendremos tal o cual situación.
Por ejemplo, si yo deseo ser una persona más libre, primero he de preguntarme ¿cuánto de libre me dejo yo ser? ¿Cuánta libertad me permito en lugar de tanto controlarme o exigirme? Si yo no me dejo en libertad... me sentiré preso allá donde esté y haga lo que haga, independientemente de mi trabajo, pareja o familia. En cambio, si voy tomando conciencia del control, la represión que ejerzo sobre mi, es no dejarme en paz,... al tomar conciencia podré decidir ACTUAR de forma más coherente con mis valores de libertad. Y al actuar de una manera diferente en mi vida, inevitablemente viviré situaciones de libertad. Es decir, si quiero vivir más libre, primero he de SER más libre interiormente para poder HACER cosas que me lleven a esa libertad. Y todo ello es un trabajo que lleva su tiempo, paciencia y comprensión.
Así que en ese alcanzar nuestros sueños, no perdamos de vista de que es el trabajo sobre nuestro SER el que nos permite HACER aquello que nos lleva a TENER lo que anhelamos. Puede que hoy mismo no alcancemos nuestros sueños, pero sí que podemos trabajar esos sentimientos y emociones que nos surgen en ese caminar que nos lleva a ellos. Y éso es lo mejor que podemos hacer hoy por nosotros mismos y por nuestros sueños. De esa manera lo que verdaderamente nos enriquece como personas, no es el alcanzar nuestras metas, sino lo que  apreHendemos en el camino para alcanzarlas. Quizás he tenido que aprender a pedir ayuda cuando lo necesito, a que no tengo que "comérmelo" todo solo, desdramatizar la opinión de los demás, valorar mis necesidades, no perderme en los detalles, a relativizar más las cosas,... Son muchas las enseñanzas que puede haber en ese caminar y cada persona habrá de descubrir las suyas. Y son precisamente esas enseñanzas las que nos hacen crecer como personas, llegando así a SER la persona de nuestros sueños. De esa manera las metas se convierten en un medio, no un fin de sí mismas.
Trata de ser la persona de tus sueños...
y tus sueños ya se habrán hecho realidad.

 

 

miércoles, 19 de julio de 2017

CANCIÓN DEDICADA A LA ANSIEDAD

Hola a todos. Es para mi un placer presentar la siguiente canción, compuesta por uno de vosotros y dedicada a la ansiedad. Encierra un gran mensaje, no te lo pierdas y comparte. Gracias José Manuel Morillo por tu gran trabajo.



 

 

sábado, 15 de julio de 2017

PENDIENTES DEL FUTURO.

En la ansiedad solemos tener la vista puesta en el futuro. Es como si nuestros "ojos mentales" estuviesen fijos allá a lo lejos, en el espacio y en el tiempo, cual vigía pendientes del posible peligro. Estamos tan en la torre de vigilancia mirando a lo lejos, que dejamos de ver lo más cercano e inmediato ¿Y qué es lo que dejamos de ver? Que estamos a salvo en el aquí y en el ahora. Que tu realidad no necesita una torre. Y que tienes un inmenso valor como persona que es precisamente lo que más necesitas VER.

Tu seguridad no está en el futuro, así que puedes bajarte de la torre pues lo que buscas no está allí. Tu seguridad está en tu corazón, concretamente en el sentir que ocurra lo que ocurra en la vida, tienes la energía y la capacidad para vivirlo ¿No lo crees? Detente y date cuenta cómo siempre ha sido así. Cómo toooodo lo que has vivido a lo largo de los años, lo has hecho con la energía y capacidad que tenías en ése preciso instante y no con la preocupación de días o meses atrás. Fíjate cómo de nada te sirvió la pre-ocupación, el estar previamente ocupado en ello para afrontar la situación. Ahí está buena parte de nuestra liberación del miedo, en darnos cuenta de que cuando llegue lo que tenga que llegar, lo solucionaremos con las habilidades y destrezas que tengamos en ese momento y que con éso será suficiente. Siempre ha sido así y siempre lo será, en ti y en todas las personas. Por lo que no necesitamos permanecer en constante estado de alerta para solucionar lo que nos venga en la vida.

Así que baja de la torre, siembra tus campos y cultiva tu corazón. Que es ahí donde encontrarás la seguridad que buscas, en el ocuparte de tu presente con los dos pies en el suelo.

domingo, 9 de julio de 2017

ANSIEDAD Y TRABAJO

El concepto que tengamos del trabajo puede ser una importante fuente de ansiedad que, como todo en la vida, depende de la actitud que tengamos ante él. Y para ello la primera pregunta que hemos de hacernos es "¿vivo para trabajar o trabajo para vivir?"

No es lo mismo ir a trabajar desde el miedo que desde el amor a uno mismo. Desde el miedo a ser despedido y pasar hambre, miedo a ser un fracasado si no doy la talla, a ser un "don nadie", a no saber quién eres si no eres un excelente trabajador,... Que hacerlo desde el amor a uno mismo, porque el trabajo me da independencia, me permite cubrir mis necesidades, disfrutar de algunos placeres, relacionarme con otras personas, me hace de espejo,... En definitiva y a modo ilustrativo, no es lo mismo ir a trabajar por miedo a pasar hambre, que para disfrutar de la comida que gano. Se tratan de dos actitudes distintas que nos sitúan en dos planos muy diferentes. Si voy a trabajar desde el miedo, mi ansiedad será mucho mayor. Si voy a trabajar desde el amor a uno mismo será bastante más baja. Además, si lo que te preocupa es la subsistencia, fíjate cómo en ambas actitudes el dinero que vas a ganar va a ser el mismo, así que mira a ver bajo qué actitud te sientes mejor.

Conozco a muchas personas que vivían para trabajar y la ansiedad les frenó en seco. Yo fui una de ellas y desde esa experiencia escribo este artículo. Tuve que aprender que no había venido a este mundo para ser productivo, sino para aprender a quererme y querer a los demás. Que lo importante de esta vida no es cuánto produzcas, sino cuánto ames. Y en ese amor que hemos de tenernos, no cabe el concebirme cual máquina de trabajo. Por favor tratémonos a nosotros mismos como humanos ¡Humanicémonos!

Si vivimos para trabajar confundimos el "hacer" con el "ser". Si hago mucho y bien soy fantástico, maravilloso y los demás me querrán, respetarán, aceptarán, admirarán,... y mi ego se inflará cual globo que sube a la estratosfera. Lo sé porque yo era así.  Cuando en verdad si hago mucho lo único que hago es perderme la vida, persiguiendo alcanzar esa estratosfera que al llegar a ella descubres que allí no está lo que buscabas.

Hay muchos trabajos que conllevan un fuerte estrés, como puede ser la hostelería o cargos de alta responsabilidad. Pero una cosa es la presión que nos viene de fuera y otra muy distinta la que nosotros mismos nos imprimimos de piel hacia dentro. Si aprendemos a disminuir esta última... la exterior es mucho más llevadera.

Hay además jefes que son auténticos explotadores y que tratan a sus trabajadores cual esclavos, siendo ello causa de ansiedad en muchas personas. Pero ¿sabes cuál es el peor jefe? El que llevamos dentro. Ese "sargento interior" que nos dice "si no eres el mejor eres el peor" "¡Trabaja vago!" "Tienes que... debes de..." Si conseguimos disminuir el volumen de ese sargento... el jefe exterior es igualmente más llevadero.

Sé que cuando se tiene ansiedad, surge en nosotros una fuerte sensación de que a causa de ella nos estamos perdiendo la vida. Pero en muchos casos la ansiedad viene a frenarnos para que aprendamos a recuperarla. 

jueves, 6 de julio de 2017

LA ANSIEDAD Y UNA AUXILIAR DE ENFERMERÍA

Hola a todos, me llamo Mary y soy Auxiliar de Enfermería.  Llevo en esta profesión desde hace 23 años, he vivido la ansiedad muy de cerca y hoy estoy aquí, codo a codo junto a Rafa para explicarte y ayudarte.
Cuando tienes una gran ansiedad pides ayuda y ahí entramos los profesionales de la salud. He de decirte que respecto a la ansiedad en estos tiempos estamos preparados porque hay muchos casos. Sé lo que debo hacer y mi cercanía es importante, estoy ahí no para decirte " calmate ", sé que no puedes, así que no empleo esa palabra. Estoy ahí para darte seguridad, para que me cuentes lo que tú quieras, no te sientas ofendido si te hago preguntas que no te agraden, he de saber de ti para ayudarte. Sé que te puede "casi todo" en ese momento, perdóname si pregunto pero he de hacerlo.
Te verá un compañero y te dará medicación oral, intramuscular o intravenosa,  no te niegues, te han valorado y hemos mirado tu historia clínica, no te haremos daño, quizás te ponga una mascarilla y me habrás visto tapar los agujeros con esparadrapo, es para que tu respiración vuelva a un ritmo normal y dejes de hiperventilar ¡No contiene medicación! Déjame que te toque aunque comprederé tu lenguaje corporal y lo haré solamente si lo necesitas,  mi trabajo es la cercanía al paciente, ahí estoy para seguir pautas,  pero mi profesionalidad es ser lo más cercana a ti en el momento difícil. Después de hablar con doctores, quizás con enfermeras las cuales te han administrado medicación, si te la han pautado, vuelvo a la acción. Si la medicación te ha dado sueño estaré allí vigilando que duermas y feliz porque la paz ha llegado nuevamente. Si sigues inquieto estaré allí para lo que me necesites.
Nunca te sientas avergonzado " tienes ansiedad, no eres ansiedad " ves la diferencia ¿verdad? Ir al psicológo o al psiquiatra es como ir al tramautólogo ¡Ten en cuenta eso!
Sabes que un abrazo calma la ansiedad ¡pídelo si necesitas uno! Haz ejercicio si te gusta y lo más importante: ¡HABLA! sí sí ¡HABLA! Hablarle a un amigo o a un profesional de la salud es muy importante. Sincérate.  Ve soltando todas tus miedos hablando de ello y otra cosa muy importante: mira a tú alrededor ¿ algo te ansía, alguien te ansía ? ¿ Nunca te han dicho esto ? Pues te lo digo yo ¿ quieren que vivas tu vida más deprisa de como tú eres ? Ahí estuvo mi clave por eso te doy este consejo y mejoré ¡Vamos si mejoré! ¿Qué hice? En mi caso me alejé, dije adiós y me alejé.
¿Lloras? ¿Porque no lo haces? Esto también es saludable ya que dejas salir emociones, sé que a momentos cuesta pero lo relajado que te sientes después de una "llorera",  igual que después de una "panzada de risa" Déjalas salir, son emociones :)
Y antes de darte las gracias voy a decirte lo último: si no tiene que pasar, no va a pasar.
Ahora sí ¡ Gracias por haberme leído ! Gracias,  espero haberte aportado algo, nuevamente gracias.
Un saludo o porque no, un abrazo de esta humilde chica.
Mary N.

sábado, 27 de mayo de 2017

DATE LAS GRACIAS PORQUE TE QUIERES.

Porque durante toda tu vida, siempre has querido un bien para ti.
Date las gracias porque todas tus intenciones hacia ti siempre han sido positivas.
Date las gracias porque siempre te has cuidado lo mejor que has sabido.
Date las gracias porque te has llevado por la vida lo mejor que has podido.
No es cierto que no te quieras. Si no te quisieras no estarías tratando de salir de la ansiedad para dejar de sufrir.
Te quieres. De alguna u otra manera es inevitable el quererse. Quizás no seas consciente de ese amor. Así que ponte la mano en el pecho, recorre toda tu vida y observa cómo siempre has querido un bien para ti y has tratado de no sufrir. Eso también es amor. Reconócelo. Reconócete.
Date un gran abrazo cómo si fueses ese viejo amigo que siempre va contigo. De hecho lo eres, pues eres la persona más interesada en tu bienestar.
Así que date ese abrazo de agradecimiento. Pues estás tratando de cuidarte lo mejor que sabes y puedes. Si supieras o pudieras hacerlo mejor directamente lo harías. De hecho te tratas mejor cuando puedes hacerlo ¿Lo ves? Haces lo mejor que puedes para ti. Te quieres.
¿Que hacen falta más cuidados? ¿Que necesitarías más implicación? ¿Más amor? Ya estás en ello. De lo contrario no estarías leyendo estás líneas o cualesquiera otras. No estarías buscando ayuda. No estarías tratando de darte lo que necesitas. No estarías practicando tal o cual técnica. No estarías diciéndote lo que te vendría bien... Fíjate cómo en cada instante te das lo mejor que puedes, y justo en el instante en el que puedes darte algo mejor directamente te lo das ¿Lo ves? Te quieres.
Transforma lo que necesites transformar en ti y en tu vida para mejorar ese cuidado, atención y amor hacia ti. Pero hazlo desde la conciencia de que tus intenciones hacia ti, siempre han sido y serán positivas. Te quieres.
Querido amigo. Querida amiga. Conecta con esa intencionalidad positiva que siempre has tenido hacia tu persona... ¡Y tira P'alante! Que al otro lado del miedo estás tú esperándote. Ve a tu encuentro y por el camino, no olvides que eres la persona que más puede ayudarte. Así que date la mano y tira de ti. Hazlo porque vales la pena. Hazlo porque te quieres.
¡¡VAMOS!!

sábado, 1 de abril de 2017

NO SÉ QUIÉN SOY.

Al llevar un tiempo con ansiedad, es muy común el comenzar a plantearnos preguntas existenciales. También pasé por ahí. Conforme iban transcurriendo los años, me di cuenta que ya mi forma de pensar, actuar, sentir e interpretar ya no eran válidos, pues enseguida me asaltaban una batería de síntomas que me llenaban de sufrimiento. Era causa y efecto. Así fue como comencé a darme cuenta de que el problema eran mis procesos internos. Por lo que llegó un momento en el que me asaltó la máxima pregunta existencial que un ser humano puede hacerse "¿Quién soy?" Si yo no podía ser como hasta ese momento porque sino la ansiedad me come... ¿quién soy? El no tener respuesta me llenó de una angustia vital. Comencé así a tratar de llenarme de teorías y frases de autores, como si yo fuese ellos, tratándome de construir una identidad. Me pasaba el día diciendo y pensando "Como decía tal autor..." procurando ser como ése autor decía que había que ser. Ahí lo único que estaba haciendo era tratar de agarrar otro concepto, como el anterior ya no me era válido, trataba de adoptar otro nuevo.
Pero ¿sabéis? Ello no nos llena. No podemos ser como otra persona, por muy reconocida y famosa que sea, puesto que ya somos alguien. Ni tampoco somos cualquier otro concepto porque todos son limitados y el ser humano no cabe dentro de ninguno de ellos.
Sí, vale, ya somos alguien ¿Pero quién? Entré en una profunda crisis existencial. Eso en el fondo simplemente era que el "viejo Rafa" estaba siendo cuestionado, ya había cumplido su función y el "nuevo Rafa" comenzaba a cobrar forma. Ese tránsito no es fácil, puede llegar a ser muy duro, pues lo viejo aún no ha muerto y lo nuevo aún no ha nacido. Por lo que si no nos quedamos estancados en la propia crisis, no es malo pasar por ella pues simplemente se trata de un síntoma de evolución. El ser humano es un ser cíclico por naturaleza, en nuestra vida hay ciclos que se cierran y otros nuevos que aparecen. Por lo que la dureza de ese tránsito lo es tanto en cuanto nos resistimos a ese flujo natural.
Sobre la pregunta ¿quién soy?" hay ríos y ríos de tinta desde la filosofía, psicología y religiones. Multitud de intelectuales y teólogos han escrito tratando de dar una respuesta y si revisamos la bibliografía, no hay un acuerdo entre toda ella. Cada cual da su propia visión y conforme avanza el tiempo cada nueva teoría contradice a la anterior. Con lo cual en el fondo, por mucho que se escriba, la pregunta aún sigue en el aire ¿Por qué? ¿Quizás sea porque la pregunta no es tan necesaria como creemos?
A nivel personal, el no tener respuesta durante tanto tiempo y el ir adentrándome en la meditación, hizo que entrara en una larga temporada de silencio interior. Conforme iba ahondando en ese silencio me di cuenta de una cosa, que efectivamente no necesitaba tener un concepto intelectual sobre quién soy porque durante toooodo ese tiempo que no tenía respuesta, yo seguía existiendo, seguía siendo. Y lo más importante, me di cuenta de que cuanto más soltaba la pregunta, esa crisis existencial iba disminuyendo.
"Yo soy abogado, madre, joven, anciano, miedoso, valiente, trabajador, hermano, optimista, pesimista, amigo, español, jardinero, espiritual,..." son sólo conceptos intelectuales que en el fondo nada dicen de nosotros como seres esenciales ¿Cuánto tiempo y esfuerzo destinamos a preservar ante los demás el "yo soy así"? Una barbaridad ¿Vale realmente la pena esa defensa? Además, fíjate cómo cuando ocurre algo realmente grave en nuestras vidas, todos esos conceptos carecen de importancia.
El no saber quiénes somos nos genera una gran duda porque creemos que deberíamos de saberlo. Como si necesitáramos un concepto sobre el que asentar nuestra personalidad y si no lo tenemos, nos quedáramos como en el aire, en un vacío insoportable. Pero... ¿de verdad es necesario tener ese concepto? La experiencia me dice que no. Que mientras tengamos ese concepto lo único que estamos haciendo es vivir en la mente, en lo intelectual, y ello en el fondo no nos llena como personas, haciendo que continuemos enfrascados en una búsqueda sin fin. Cuando solté la necesidad de buscar una identidad con el pensamiento, comenzó a surgir más paz en mi y a dejar brotar una forma de ser que anteriormente estaba "taponada" por un concepto intelectual. Una forma de ser basada en unos valores sobre los cuales toda mi vida había estado girando sin darme cuenta de ellos. Y es que cuando se renuncia a esa necesidad, se aclara tu visión interna. Y cuando ves... ya no necesitas pensar, ya no es necesario el pensamiento porque simplemente sientes lo que eres.
Para llegar ahí, a ese punto de renuncia, se requiere como dije antes de un silencio interior que poquito a poco hay que ir cultivando. Ello implica dejar de juzgarte, pues todo juicio no es más que otro concepto intelectual, otro pensamiento en el que sufrimos enormemente ¿Y por qué sufrimos? Porque no cabemos dentro de él. Se nos hace estrecho, angosto, insoportable ser lo que ese juicio dice sencillamente porque no lo somos.
No voy a ser yo quien te diga quién eres, pues ello no dejaría de ser otra teoría. Lo único que puedo hacer es compartir mi experiencia y mi visión por si algo de ella a alguien le fuese útil. Para mi, somos la conciencia que experimenta todo cuanto ocurre, sentimos y pensamos. Somos los experimentadores de la vida. Y cada cual la experimenta en base a unos valores. Pero voy a decir algo que quizás impacte. No creas nada de lo que te digo. No creas nada de lo que hay en esta página web, sino que ve y experiméntalo por ti mismo. En esa experiencia íntima de lo que aquí se dice, aquello que encaje en TÚ FORMA DE SER Y TE DE PAZ INTERIOR TÓMALO, EL RESTO DESÉCHALO. Porque de lo que se trata es de que tú estés en paz, no de que creas en lo que yo digo. Si me sigues a mi, no te estarás siguiendo a ti mismo. El ser humano no necesita "maestros" que le digan cómo ha de ser, lo que necesita es descubrir SU PROPIO MAESTRO INTERIOR. Sí, puede que no lo creas, pero tú tienes tu propio maestro interior. Tienes tu propia sabiduría interna, que es tan válida como la de cualquier otra persona. 

miércoles, 29 de marzo de 2017

NO ME ENTIENDEN.

Me llegó la ansiedad y mi familia, amigos, conocidos no entendían lo que me pasaba. Comencé a poner miles de excusas para todo como en un intento de ganar tiempo, a ver si mientras tanto conseguía aclararme y sobre todo encontrar una solución. Los demás no entendían qué me pasaba ¡pero es que yo tampoco! Y en cambio sí que les exigía que me entendieran. Así transcurrieron varios años. Llegó un momento en el que pasé de dar o inventar explicaciones y sencillamente guardar silencio. Y en ese guardar también me quedé dentro el reproche hacia los demás de que no me entendiesen. Eso me hacía daño. Con el tiempo comprendí que era injusto por mi parte recriminarles nada. Si ni yo mismo era capaz de entenderme... ¿qué hacía exigiéndoselo a los demás? No era justo. Aunque en el fondo mi exigencia era un grito de ayuda.
Los demás no es que fuesen tontos. No es que fuesen malos. No querían hacerme daño. Es que NO PODÍAN entenderme. Es que no lo veían. Hay situaciones en la vida que sólo puedes entenderlas si pasas por ellas. Y la ansiedad tiene mucho de eso. Tampoco es justo decir que sólo los que hemos pasado por esto somos capaces de entenderlo, ya que no podemos generalizar. Hay personas y profesionales que sí tienen esa capacidad y ello igualmente hay que reconocerlo. Ciertamente hay otras que no son tan abiertas, pero incluso ello tampoco es culpa suya pues nadie no entiende a otra persona de manera intencionada. Al igual que nosotros no somos culpables de no entender otras situaciones que otras personas sí entienden... a los demás les ocurre lo mismo.
¿Que nos gustaría que nos entendiesen? ¡Por supuesto! Todo ser humano que lo pasa mal desea que quienes tiene a su alrededor lo apoyen de la mejor manera posible. Pero si ése no es tu caso, al igual que fue el mio, lo único que nos libera de ése sufrimiento en concreto es la comprensión. Así que en el fondo no es cuestión de culpar, recriminar o exigir, pues ello a lo único que nos conduce es a almacenar más tensión. Es cuestión de COMPRENDER. La comprensión siempre nos lleva a la paz, que es precisamente lo que más necesitamos cuando tenemos ansiedad.
Te mando un inmenso abrazo.

lunes, 27 de marzo de 2017

CONFIANZA PARA SALIR ADELANTE.

La experiencia me dice que uno de los ejes centrales sobre el que gira la ansiedad es la FALTA DE CONFIANZA EN LA VIDA. Por eso tenemos miedo, porque instintivamente tratamos de protegernos de aquello que no confiamos. Sé que cuenta verlo cuando estamos en medio de ella, tardé bastantes años en darme cuenta.
Nos marchamos al futuro porque no nos fiamos de qué nos pueda traer, cuando en verdad toooodo está transcurriendo en el presente. Éso en el fondo es huir de nuestra vida ya que ésta siempre transcurre en el aquí y en el ahora. Nos preocupamos de lo que pueda pasar mientras desatendemos lo que está pasando. Por ello sufrimos en nuestro presente, porque no nos estamos ocupando de él. No estamos EN él ¿Quién no va a tener miedo imaginándose el peor de los futuros? ¡TODO EL MUNDO!

En esa desconfianza hacia lo que nos pueda traer la vida, llenamos nuestro presente de escudos y murallas para protegernos de lo que imaginamos. Como si se tratara de esa ciudad medieval a la que llegaran rumores de que iba a ser atacada. Pasan los días, las semanas, los meses... y el ataque no llega ¿Te imaginas a esa población? Siempre en los puestos de guardia, sin salir, sin cultivar, sin recoger agua fresca, sin relacionarse con otras ciudades, sin poder prosperar... por si "¿y si se produce el ataque?" Y mientras tanto en tooodo ese tiempo realmente no hubo peligro externo alguno, podían haber vivido en paz, de hecho lo estaban. Esa población sufre por sus defensas, no por un enemigo. Lo único que les está atacando es su propio estado de alerta mantenido en el tiempo.
Pues bien, con la ansiedad nos ocurre lo mismo. Lo que nos hace sufrir no es el "enemigo" de la vida, son toooodas esas defensas que construimos, es ese permanente estado de alerta el que nos dificulta el día a día. Nunca hemos de perder de vista que buena parte de la vida es lo que nosotros hagamos con ella, nuestra propia forma de desenvolvernos en ella. Cierto es que hay factores que no dependen de nosotros, pero ante ello... ¿de verdad vale la pena vivir amurallados? ¿Acaso el precio no es demasiado alto? Es altísimo, pues AL PROTEGERNOS DE LA VIDA LO ÚNICO QUE ESTAMOS HACIENDO ES PERDÉRNOSLA.
Sentado en un peñón junto al mar, meditando, poco a poco fui asomándome fuera de la muralla... y descubrí que verdaderamente no había motivo para haber levantado semejante muro. Al darme cuenta de eso... las piedras fueron cayéndose conforme iba adentrándome en la vida. Sé que una de las primeras cosas que nos dicen cuando tenemos ansiedad, es que no hay motivo para tener miedo. Y éso lo sabemos. Pero lo sabemos como dato, no como certeza. Se trata sólo de un conocimiento que habita en la cabeza, pero la garganta, pecho, estómago y vientre te dicen otra cosa. Por ello hay que salir de la muralla una y otra vez, una y otra vez, hasta que el resto de nuestro cuerpo se alinee.
Salir de la muralla no es tanto valentía, es CONFIANZA. ¿Y cómo se aprende a confiar? CONFIANDO. De la misma manera que a nadar se aprende nadando, metiéndote en el agua. No es sencillo, lo sé. Pero la experiencia me dice que es el camino más seguro y directo. Del miedo se sale a través del propio miedo. Atravesándolo. Y para recorrer ese camino, no hace falta realizar grandes heroicidades, sino ir avanzando poquito a poco toooodos los días. Sé que muchos de esos días nos falta empuje, pero párate a observar cómo al otro lado del miedo... estás tú mismo, pues en el fondo estás esperándote. Así que...

¡VE A TU ENCUENTRO!


 

viernes, 17 de marzo de 2017

¿ES MÁS FÁCIL VIVIR CON MIEDO QUE AFRONTARLO?

Cuando se lleva un tiempo con ansiedad, llega un momento en el que llegamos a plantearnos "¿Qué hago? ¿Vivir con miedo o afrontarlo?" Los dos caminos nos resultan complicados, pues ahí sentimos que estamos eligiendo entre sufrir por un camino y sufrir por el otro. Es decir, nos vemos como obligados a elegir entre sufrir y sufrir. Ello hace que precisamente nos quedemos inmóviles en muchos momentos, con lo cual en el fondo sin querer elegimos lo aparentemente más fácil: permanecer en el miedo buscando el alivio inmediato. Pero en ello, en esa encrucijada, lo que realmente deseamos es que no tengamos que transitar por ninguno de los dos caminos. Que el miedo desaparezca sin ni tan siquiera tener que elegir quedándonos en un "Yo lo que quiero es vivir tranquilo".  Pero observa cómo desde esa plataforma en la que nos situamos sufrimos más, precisamente porque el miedo no nos deja tranquilos.
Ante todo ello sólo nos queda una salida, aceptar que el miedo está ahí, que lo sentimos. Que está en nuestra vidas. No me estoy refiriendo en este paso a aceptar los síntomas del miedo, sino asumir que tenemos miedo, que está presente en muchos momentos de nuestro día. Que por muy fuertes que nos creamos o fuéramos antes de la ansiedad,... TENEMOS MIEDO  "¿Pero cómo voy a tener yo miedo? ¿Cómo puede estar esto pasándome a mi?" solía decirme. Tuve que rendirme ante la más pura evidencia: sí, lo tengo. Rendirme no en el sentido catastrofista de tirar la toalla, sino en el sentido de RECONOCER la realidad.
Personalmente me costó años dar ese paso debido a la imagen de fortaleza que tenía ante mi mismo y ante los demás. Pero ahí se me abrió otra decisión: defender mi imagen huyendo del miedo o reconocer que lo sentía. Darme cuenta de que para salir de la ansiedad tenía que soltar la imagen que durante tanto tiempo y esfuerzo había dedicado a mantener fue un época dura. Pero el propio hecho de soltarla también me daba miedo porque... "si yo no iba a ser eso... ¿qué o quién soy yo?" Con lo cual entré en una especie de crisis de identidad. Recuerdo que esa etapa fue especialmente difícil, pues veía que para salir del miedo tenía que dejar ir una parte de lo que hasta ése momento había sido o creía ser: una imagen.
¿Cómo lo hice? Dándome cuenta de lo absurdo de mantener ese personaje, esa máscara ¿Cómo? Observando cuánto de mi vida había destinado a llevarla puesta, cuánto dolor y sufrimiento me había ocasionado tanto empeño por mi parte en representarla ¿De verdad valía la pena? ¿Siiii? ¿De verdad? Logré soltar aquel personaje cuando lo sentí como inútil a mi bienestar. Percibí dentro de mi que las efímeras satisfacciones que podía darme, en nada compensaba el sufrimiento que tenía que "pagar" a cambio. Cuando de manera sentida me di cuenta verdaderamente de ello, no es que soltara la máscara, sino que se me fue cayendo sola poco a poco. Y en ese proceso descubrí algo importante. Que la pregunta "¿quién soy si no soy eso?" no tenía sentido, pues siempre y en todo momento "SOMOS". El ser humano ya "ES", independientemente de la imagen con la que nos identifiquemos o queramos dar. Y que por lo tanto, no necesitamos esa imagen para ser feliz, todo lo contrario, es el mantenerla lo que nos hace infelices.
Volvamos a la pregunta inicial "¿qué es más fácil vivir con miedo o afrontarlo? La experiencia y el observar mi sentir hizo que cambiara de cuestión a otra que describía mejor lo que realmente pasaba dentro de mi ¿Qué era más fácil vivir con máscara o sin ella? En ese punto también estuve bastante tiempo. Pero cuando llegas a darte cuenta de que es la máscara quien nos hace infelices... ya no hay pregunta, no hay duda, HAY CERTEZA. En ese momento el personaje se nos va cayendo. Y al no andar defendiendo algo ficticio, dejamos de temer de que los demás se den cuenta de que la imagen que mostrábamos era una mentira. Por que es éso lo que realmente nos da miedo, que los demás se den cuenta de que lo que les estábamos mostrando era una mentira. Que el "yo fuerte, resolutivo, capaz, audaz, perfeccionista, inteligente, creativo, ..." TIENE MIEDO. Con lo cual la ansiedad vino a humanizarme y por lo tanto a mostrarme tal y como era.
¿Y sabes? Es muy curioso. Cuando no andas por la vida defendiendo, protegiendo, atrincherado,... es entonces cuando puedes caminar por ella. Que es la propia defensa la que nos hace sufrir. Y ahí te das cuenta de que la pregunta "¿quién soy?" carece de sentido (al menos inicialmente) porque de lo que se trata es de saber quién no soy, qué personajes estoy representando, pues conforme vamos disolviéndolos... el SER brota por si mismo.  Nuestra esencia no necesita de una etiqueta que lo defina pues "YA ES" y siempre lo será.

domingo, 12 de marzo de 2017

¿POR QUÉ ME FIJO MÁS EN LO NEGATIVO QUE EN LO POSITIVO?

Independientemente de que se tenga ansiedad o no, a muchísimas personas les ocurre, estamos más pendientes de lo negativo que de lo positivo. Prestamos más atención a todo lo que nos pudiera ocasionar un daño que a aquellos aspectos que son beneficiosos. Es como si tuviésemos unas "gafas mentales" que filtraran la realidad que vemos, pendientes de los peligros tanto físicos como emocionales. De esa manera no podemos descansar, pues permanecemos en un estado de alerta y de desconfianza ante uno mismo y ante la vida.
Pero ¿por qué nos ocurre eso? Hemos de tener en cuenta algo muy básico. El ser humano, desde la prehistoria hasta no hace mucho, ha sido un "animal depredable". Es decir, había otros animales en este planeta que nos podía comer o hacer daño. Por lo que nuestro principal objetivo durante millones de años, al igual que el resto de las especies, ha sido LA SUPERVIVENCIA.  Así que nuestro cuerpo y cerebro se encuentran perfectamente diseñados para tal tarea. Hoy en día, el ser humano como especie, ha conseguido dominar al resto de animales, así que nuestras aspiraciones han girado a lograr el bienestar y la felicidad. Pero en cambio, hemos heredado un cerebro diseñado para la supervivencia, orientado más hacia el estado de alerta que al del bienestar.  Por eso existe, entre otras razones, cierta tendencia a focalizarnos más en las situaciones negativas que en las positivas, ya que las negativas están más asociadas al peligro. Nuestro sistema de alerta está muy desarrollado y no podemos desactivarlo de forma voluntaria ya que se trata de un acto reflejo. Cierto es que en nuestros días no solemos andar pendientes de si nos come un cocodrilo por la calle, pero hay otro tipo de situaciones que las identificamos igualmente como peligrosas. Por ejemplo, si los demás me rechazan, me veo fuera del grupo lo cual instintivamente lo tenemos asociado igualmente a la supervivencia, ya que el grupo protege. Por lo que seguimos atentos y en actitud de predicción de cualquier peligro físico, emocional o social, no vaya a ser que nos pase algo.
Ante todo ello pareciese que estuviésemos condenados biológicamente a permanecer en estado de alerta. Pero ni mucho menos es así. Prueba de ello es que multitud de terapias psicológicas y la práctica del Mindfulness han demostrado revertir esa tendencia así como las influencias educacionales, vivenciales y culturales que la refuerzan.
Así que cuando te juzgas como una persona negativa, date cuenta de que no es culpa tuya. De que viniste a este mundo con un cerebro que posee un mecanismo de alerta muy engrasado, además de la influencia de tu trayectoria familiar, ambiental y vital. Por lo que ese juicio no es justo. No es adecuado. No es real. No a lugar. Pues tú no elegiste tener miedo ni estar todo el día pendiente de cosas negativas. Detente. Párate el tiempo que necesites (horas, días, semanas) hasta poder SENTIR TU INOCENCIA. No es culpa tuya. Y en el fondo no lo es de nadie. Tú y todos tenemos el gran anhelo de ser felices y fíjate cómo toooodo lo que has hecho en esta vida ha sido buscando esa felicidad. Detente. Observa tu inocencia. Y desde esa plataforma date cuenta de que dispones de más energía para ir centrándote en las soluciones, no en el problema. Es decir, OCÚPATE, NO TE PRE-OCUPES. Ocúpate buscando un buen psicólogo que te ayude, un buen maestro de Mindfulness, practicando deporte, hobbies, ordenando y limpiando tu casa, haciendo todo aquello que te haga bien... HOY. Sí, hoy. Pues el presente es el único momento del que dispones para cuidarte y darte aquello que te aporte un beneficio.
OCÚPATE HOY DE TI pues el hecho de que te pre-ocupes no quiere decir que estés haciendo algo bueno por ti ni por los tuyos. Ocupándote de ti te irás dando cuenta de que la vida y tú tenéis más cosas positivas que negativas. Una buena práctica que también nos ayuda a tomar conciencia de ello, es la de realizar un balance al final del día. Antes de acostarte, pon en un platillo de la balanza, aquellos buenos actos que hiciste por ti y por los demás que simbolizaremos con piedras blancas. Ducharme, ponerme guapo/a, ordenar mi cuarto, prepararme una comida sana, llamar al psicólogo, practicar deporte, hobbies, practicar relajación, Mindfulness, ayudar o cuidar a un familiar, consolar o hacer reír a alguien, estudiar, leer un buen libro que enriquezca, pedirle perdón o darle las gracias a esa persona,... todo eso son piedras blancas. Sé objetivo y repasa tu día momento a momento detectando todos aquellos buenos actos. En el otro platillo ponemos las piedras negras, aquellos actos que no benefició ni a nosotros ni a los demás. Si eres objetivo, te darás cuenta de cómo la balanza se inclina hacia las blancas. Y si no lo hace, OCÚPATE instante a instante a lo largo del día de que lo haga, en lugar de estar preocupado de que lo esté hacia las negras. De esa manera, ocupándote, al llegar la noche podrás sentirte orgulloso de ti, irás adquiriendo confianza y conciencia de la capacidad que tienes para ir transformando tu vida. Y para que las piedras blancas sean más, no hace falta hacer grandes heroicidades, no se trata de eso. Se trata de un gota a gota, de ir haciendo simple y llanamente lo que toca en cada momento, centrándote así también en el aquí y en el ahora.

OCÚPATE DE TU PRESENTE

Y SOLTARÁS

LA PRE-OCUPACIÓN POR EL FUTURO.


lunes, 13 de febrero de 2017

LAS ENSEÑANZAS DE LA VIDA

Observa tu trayectoria vital desde tu infancia hasta la actualidad. Observa cómo cada acontecimiento, cada suceso y persona han estado enseñándote. Cómo te mostró algo de ti mismo o de la vida y que no sabías. Puede que ya no recuerdes muchas de esas situaciones, incluso que carezcan de importancia hoy en día, pero lo que sí quedó en ti fue lo que ésas situaciones te hicieron crecer como persona. Por lo que al fin y al cabo... los sucesos carece de importancia, lo verdaderamente trascendente es QUÉ ES LO QUE NOS ENSEÑA. La situación vivida es sólo el medio a través del cual crecemos. Y ése crecimiento es lo que perdura en nosotros el resto de la vida. Es como cuando leemos un libro que nos aporta algo positivo, las hojas de papel y la tinta que hay impresa en ellas no es lo importante, sino lo que ésas palabras te dijeron de forma íntima y personal.
Por todo ello carece de sentido preocuparnos por tal o cual situación, lo más sabio es ocuparnos de ella con apertura hacia qué es lo que ha de enseñarnos. De esa manera dejaremos de resistirnos a la vida, a sus enseñanzas y a nuestro propio crecimiento vital. Solemos afrontar los acontecimientos con miedo por el "qué pasará" o "qué me pasará". Y al final, al cabo del tiempo, descubrimos que lo único que pasó es que ésa situación trató de mostrarnos algo. Por lo que si nos situamos en las enseñanzas de la vida, vamos a favor de ella, no contra ella. Vamos a favor nuestra, no contra nuestra propia evolución.
Ese miedo al "qué pasará" o "qué nos pasará" nos hace atrincherarnos, quedarnos estáticos, a no dar pasos. Quedarnos encerrados en una situación por miedo a no ser capaces de afrontar lo que nos viene a continuación en la vida. Ante ello la vida, que es una gran pedagoga, nos repite la misma lección una y otra vez, trayéndonos siempre la misma situación. Como ese maestro de escuela que cuando el alumno no entiende una lección, con una paciencia infinita se la vuelve a repetir. Es por ello que cuando notamos que en la vida siempre se nos repite lo mismo... la pregunta a plantearse es ¿qué no estoy aprendiendo de éso que siempre se repite? ¿Qué es lo que me quiere decir una y otra vez la misma situación?
Aprender de los acontecimientos de la vida se nos hace duro tanto en cuanto nos resistimos al cambio, llegando en ocasiones a sufrir enormemente por ello. Y de lo que no nos damos cuenta, es que no podremos aprender lo que nos quiere decir la vida mientras estemos situados en la resistencia, pues estamos tan ocupados defendiéndonos de nuestro propio sentir que nos nos queda capacidad para nada más.
Pero hay una actitud que si poco a poco vamos cultivándola, nos ayuda a realizar ese tránsito de la resistencia a la apertura: ¿CÓMO PODRÍA VIVIR ESTA ETAPA DE MI VIDA DESDE LA SABIDURÍA? ¿CÓMO PODRÍA APROVECHARLA A MI FAVOR? Cada uno ha de encontrar en su interior sus propias respuestas. Mi respuesta, por si a alguien puede ayudarle, es poniendo el foco en lo que la vida ha de mostrarme y no en rechazar el miedo. Sé que no es fácil no poner el foco en el miedo, lo sé por propia experiencia personal. Que se trata de todo un proceso que necesita de mucha práctica. Pero la experiencia también me dice que ése aprender a no poner el foco en rechazar el miedo, es precisamente otra de las lecciones de la vida. Y que ésta nos la trae una y otra vez hasta que aprendamos a desdramatizar el propio miedo. Que cada vez que lo sentimos, la vida nos está ofreciendo una nueva oportunidad para que aprendamos hacerlo ¿Y cómo desdramatizar el miedo? Dándote cuenta de que se trata sólo de una emoción que cuanto más la rechaces más fuerte se hará. Y para llegar ahí has de ir hacia aquellas situaciones donde sientes el miedo, cuantas veces sean necesarias, hasta darte precisamente cuenta de ello.  Pero no ir hacia ellas con la intención de que el miedo se marche, pues ello sería una forma implícita de lucha, sino con la intención de apreHender aquello que necesitas para continuar creciendo y haciendo tu vida.

lunes, 6 de febrero de 2017

LO QUE EL CUERPO NOS QUIERE DECIR.

Nos llega la ansiedad y de pronto comenzamos a sentir en el cuerpo un sin fin de síntomas y sensaciones que hasta entonces, no sabíamos ni que se podían sentir. Es como si de buenas a primeras, nuestro organismo no parara de llamar nuestra atención.
Algo que me quedó claro tras mi paso por la ansiedad, es que nada nos ocurre para nuestro mal, que detrás de cuanto nos acontece siempre hay una intención positiva de la vida, de Dios, destino, Universo,... como queráis llamarlo. Años más tarde descubrí, que incluso, en cualquier decisión que tomemos (sea acertada o no) igualmente siempre hay detrás una intención positiva. Jamás actuamos para equivocarnos ni para hacernos daño. Nada ocurre para nuestro mal, aunque en el momento así lo sintamos, pero todo tiene su para qué y siempre es positivo.
Ante todo ello podríamos preguntarnos ¿qué de positivo trata de decirnos el organismo a través de los síntomas? Responder a esa pregunta implica reconocer una "sabiduría corporal" que trata de comunicarnos algo. Creer esto último no es de descabellados, ya que hay técnicas aplicadas en terapia como es el Focusing, donde precisamente se tiene acceso de manera directa a esa sabiduría corporal. Así que hacernos esa pregunta es quizás una de las más acertadas que podemos hacernos ¿Y cómo podemos saber ese mensaje positivo? Una de las maneras es preguntarnos ¿A qué me está obligando mi cuerpo a través de la ansiedad? A mi me obligó a detenerme, ya que llevaba un ritmo de vida que eso sí que era una locura. Me obligó a mirar hacia mis adentros, allí donde no quería mirar. Me obligó a cuidarme, hacer deporte, escuchar mis necesidades, dedicarme tiempo, cuidados,... cosa que jamás había hecho. Me obligó a replantearme cuál era el sentido de mi vida, ya que hasta entonces seguía al pie de la letra las directrices marcadas por la sociedad sin pararme a tomar conciencia de qué era lo que realmente deseaba. Me llevó a tenerme en estima, ya que siempre había hecho lo que los demás esperaban de mi.
Esto último también podemos llevarlo a los síntomas, como si cada uno de ellos tuviera un mensaje implícito ¿A qué me obliga una taquicardia? A detenerme, a desacelerar, a situarme en la calma ¿Y un mareo? A centrarme, a tomar un rumbo ¿Y la desrealización/despersonalización? A entrar en la realidad o en mi mismo ¿Y la tensión alta? A dejar de tensionarme ¿Y la agorafobia? A que no podemos estar más tiempo recluidos de la vida ¿Y la cascada de pensamientos negativos? A comprobar una y otra vez que ninguno es cierto y que por lo tanto no hemos de identificarnos con ellos, no tomárnoslo tan en serio. Si yo en mi vida me hubiese detenido, desacelerado, situado en la calma, me hubiese centrado y tomar un rumbo adecuado a mi persona, entrado en la realidad y en mi mismo, no recluirme de la vida, no creído mis pensamientos,... ¿hubiese tenido ansiedad? Tengo cristalino que no la hubiese tenido. Tuvo que llegar la ansiedad y toda su batería de síntomas para que me diese cuenta de lo que no estaba haciendo por mi. Y no pude enterarme de qué es lo que me querían decir hasta que no dejé de rechazarlos. Estaba tan ocupado combatiéndolos que no tenía capacidad para atenderlos y escucharlos realmente.
Si por ejemplo yo tengo hipocondría ahí a lo que me está "obligando" es a estar pendiente de mi. A prestarme atención, tiempo, cuidados,... Que es precisamente de lo que adolecemos. Es decir, ese dirigir nuestra atención hacia nosotros, es lo que habitualmente no hacemos en nuestra vida. Por supuesto no estoy diciendo que debamos hacerlo desde el miedo, sino desde un sentido mucho más amplio. Es como preguntar a nuestro cuerpo  ¿QUÉ ES LO QUE AÚN NO HE HECHO POR TI?  O ¿QUÉ ES LO QUE AÚN NO HE HECHO POR MI? Y observa cómo en tu vida no te atiendes, no cubres tus necesidades de descanso, esparcimiento, alimentación, de regulación del sueño,... Cómo no te escuchas, no tienes en consideración tus deseos, lo que precisas, antepones la opinión de los demás a tu persona,...  Cómo prefieres llevar razón a ser feliz. Cómo tu orgullo no te hace plantearte que la causa de tu sufrimiento, pueda estar precisamente en ese orgullo. Cómo no te quieres, aprecias y actúas en función del valor que tienes. Y observa cómo todo ello te llena de tensión que el cuerpo se ve obligado a expulsar en forma de síntomas.
La ansiedad no vino a fastidiarme la vida, aunque así lo creí durante años. Vino a decirme lo que no era capaz de escuchar de otra manera, para poder continuar con mi vida.  

viernes, 13 de enero de 2017

MIEDO A LAS REACCIONES DE MI CUERPO.

En la ansiedad, a lo que más solemos tener miedo es a cómo reacciona nuestro cuerpo ante determinadas situaciones. Qué es lo que surge de él cuando estamos en la calle, una reunión, haciendo cola en el super,... Nuestro organismo comienza a funcionar de forma autónoma, como por libre y sin razón aparente, surge taquicardia, sudoración, tensión, mareo, sensación de falta de aire,... y un largo etc que lo va recorriendo. A éso es a lo que en buena medida le tenemos miedo, a cómo nos sentimos físicamente. También hay otro tipo de síntomas. Pero al menos los físicos eran los que más me afectaban y por ello hoy quisiera hablar de ello, ya que veo también que son por los que más me preguntáis.
Ese ir por libre del cuerpo, hace que se genere en nosotros una sensación de no control, de no poder hacer nada para dejar de sentir eso tan feo y desagradable. Ante todo ello hemos de tener claro un par de cuestiones que nos ayudará a comprender mejor qué nos pasa en esos instantes.
Lo primero que hemos de saber que esos síntomas se corresponden a cómo reacciona el cuerpo cuando estamos en una situación real de peligro. Todas esas reacciones son las que el organismo está programado para realizar automáticamente en toooooda situación de miedo, ya sea real o imaginaria. Si estoy a punto de tener un accidente, si me va a morder un perro, si me van a atracar, si al nadar en el mar veo algo grande pasar por debajo de mis pies,... en todas esas situaciones, mi cuerpo reacciona EXACTAMENTE de esa misma manera. El cuerpo reacciona igual. Así que cuando Cuando tienes los síntomas, comprende que tu organismo de manera refleja e instintiva reacciona para salvarte, aunque sea de algo imaginario. No es que tu cuerpo se haya puesto en contra tuya, aunque lo parezca, no es que te esté atacando. Justo al contrario, te está defendiendo de lo que imaginas.
Fíjate que cuando, por ejemplo, te va a morder un perro, no te preocupas de que tu corazón y respiración se aceleren, ni de que tu cuerpo se ponga en tensión, tus pupilas se dilaten,... ¡al contrario! Lo agradeces, porque es precisamente toda esa reacción corporal la que te capacita para salir corriendo del perro o defenderte de él ¿Te imaginas que nuestro cuerpo no reaccionara de esa manera ante un peligro real? La especie humana no hubiese sobrevivido ¿Qué ocurre en la ansiedad? Que no hay peligro, pero la reacción corporal  es la misma.
Le tenemos miedo a todos esos síntomas porque se sienten feos. Pero observa cómo lo que hace que en ocasiones resulte difícil sobrellevarlos, es lo que nosotros le añadimos: "¿será un infarto?" "¿será un tumor?" "¿me voy a morir?" Ésa añadidura nuestra, todas esas frases que nos decimos, es lo que todo lo magnifica ¿Quién no va sentir ansiedad diciéndose eso? ¡¡Todo el mundo!! Independientemente de que tenga ansiedad o no ¿Lo ves? ¿Te das cuenta?
Cuando sentimos los síntomas solemos percibirnos a nosotros mismos como indefensos, como si nos fuese a ocurrir algo ya inevitable. Pero fíjate cómo en el fondo y como decía un escritor... "he vivido muchas batallas que nunca han ocurrido". Fíjate cómo los médicos te dicen una y otra vez que estás sano, que estás bien y cómo nunca ocurre lo que imaginas ¿Por qué? Porque en esos momentos, lejos de estar indefensos, nos encontramos HIPERPROTEGIDOS por nuestro organismo. En ésos instantes, cuando sentimos los síntomas, todos los sistemas de defensa del cuerpo están activados. No puede pasarte nada precisamente por eso, porque estás hiperprotegido. Por eso, incluso las autoridades sanitarias indican que la ansiedad no produce ningún daño ni físico ni mental ¡Claro! Es imposible que ocasine daño porque lo que sentimos, no es más que el sistema de protección de nuestro cuerpo. Digamos que estamos en "modo protección" ¿Desagradable? Sí, lo es. Pero igualmente inofensivo.
Espero que estos descubrimientos que hice en su día y que tanto me ayudaron, puedan igualmente ayudar a alguien más.

viernes, 6 de enero de 2017

AMARSE A UNO MISMO

Muchas personas creen que quererse a uno mismo, es vivir en un continuo estado de fuegos artificiales. Como si viviéramos dentro de un árbol de navidad. Esa imagen nos la enseñan los platós de Hoollywood y determinados libros de autoayuda. Perseguimos esa imagen con todo nuestro ahínco sin alcanzarla nunca ¿Y por qué no la alcanzamos? precisamente por eso, porque es una imagen mental no una realidad.
Si deseamos transformarnos, hemos de partir desde lo que somos y no desde una imagen que nos han metido (padres, maestros, TV, cultura,...) sobre cómo hemos de ser. Nos encontramos en constante búsqueda, sin darnos cuenta de que lo que buscamos es el ser nosotros mismos. Nuestro verdadero ser. Que de tanto amoldarnos a lo que los demás querían que fuésemos, hemos terminado por olvidado.
Amarse a uno mismo, tiene mucho de OTORGARSE DERECHOS. Y el primer derecho que hemos de otorgarnos, es el de ser como somos ahora mismo, en este día, en este instante. ¿Quieres quererte? Comienza por DATE EL DERECHO DE SER COMO ERES: con tus defectos y virtudes, miedos y certezas, esperanzas y desesperanzas. Date ese derecho porque todo ello en su conjunto eres tú. Date el derecho a tener miedo, defectos y desesperanzas. Date ese derecho porque si no te lo concedes, entrarás en una guerra contra ti mismo donde tú interior es campo de batalla. Y esa guerra querido amigo, querida amiga, no la puedes ganar porque todos los soldados son tuyos ¿Cuántas veces has luchado contra ti mismo? Seguro que muchas ¿Y cuántas veces has ganado? Párate y plantéate esa pregunta.
Fíjate cómo quien está en guerra contra si mismo no se ama. Le es imposible hacerlo precisamente porque está en guerra, dado que quien participa en una guerra no ama al contrario. Y ese "contrario" eres tú. Así que no es que al no amarte te atacas, sino que debido a que te atacas no te amas.
¿Quieres amarte? ¿Buscas dejarte en paz de una vez? Comienza por concederte el derecho de ser como eres. Date el derecho a ser dependiente, de huir, rechazar,  controlar,... porque es éso lo que estás haciendo. Como decía antes, partamos de la realidad ¡¡Pero ojo!! Eso no quiere decir que nos abandonemos a la deriva de esas actitudes, sino que en el camino de sanación de todo ello, no nos castiguemos por ser así. Y para hacerlo, comienza por poco. Comienza por permitirte pequeñas de esas actitudes para ir progresivamente expandiendo ese permiso. De esa manera descubrirás que cuanto más te permitas ser como eres... menos miedos, culpas, desesperanzas, control, rechazo y huidas experimentarás. Pues quien tiene permiso de algo, no se enfrenta a nada. No te enfrentas a ti mismo. Y si no te enfrentas, no hay guerra. Y la consecuencia de la no guerra, es la paz.
Éste es uno de los grandes pasos que nos llevan a la aceptación, el darnos el permiso para ser como somos, de sentir lo que sentimos, de actuar como actuamos. Permiso para que durante un tiempo indeterminado mientras vamos sanando, sigamos haciendo lo mismo. Se trata de un dejarnos en paz mientras hacemos todo lo necesario para dejar de huir, controlar, depender,...
Fíjate dónde te sitúa el darte permiso para ser como eres, y dónde te sitúa el no dártelo mientras vas sanando ¿El no dártelo te ayuda a sanar? ¿Te es útil? Date cuenta de la inutilidad de la lucha Y DÉJATE EN PAZ. La paz que buscas no está en la guerra contra ti mismo, está la ausencia de ella.