jueves, 30 de abril de 2015

¿ HASTA CUÁNDO TENDRÉ ANSIEDAD ?

Esa pregunta me la hice miles de veces a lo largo de los 7 años que la tuve. Pero como siempre en la ansiedad, nada es lo que parece. Lo que había detrás de esa pregunta era un profundo deseo de que el miedo desapareciese de mi vida a la voz de ¡ya!. Cuando fui consciente de ello, trataba de no tener ese deseo. Procuraba no lamentarme del tiempo que llevaba, ni ponerme fechas ni volver hacerme esa pregunta. Pero eso no hacía que desapareciese el deseo. Lo único que estaba haciendo de esa manera es que una parte de mi, la que tenía el deseo, luchara contra otra parte de mi, la que no quería tenerlo. Entré de esa manera en una nueva lucha interna que no me llevaba a ninguna parte.
Tiempo tardé en darme cuenta que detrás de ese deseo había algo más profundo y que escapaba del ámbito de la ansiedad. Y no era otra cosa que mi querer controlarlo todo. En el fondo quería controlar todo lo que me ocurría, cuándo debía aparecer y desaparecer cuanto me ocurría en la vida. La ansiedad era una de esas cosas, sólo una de tantas. A parte de porque no quería sentirlo, no soportaba que el miedo estuviese ahí porque no podía controlarlo... y eso me daba más miedo aún, alimentando y engrosando de esa manera el que ya tenía.
Recuerdo que leyendo uno de los libros de Anthony de Mello, decía algo así “Todo acontece cuando ha de acontecer, ni un segundo antes, ni un segundo después”. No tenemos el control sobre el tiempo, no existe el control sobre la inmensa mayoría de los acontecimientos que nos ocurren. No existe el control sobre la ansiedad. Ante ello sólo cabe la aceptación, el llevar los acontecimientos de la mejor manera posible. Y la mejor manera es ir instante a instante, momento a momento, paso a paso, día a día. Soltando el mañana pues éste escapa a nuestro control. Sólo podemos hacer algo en el ahora. Darme cuenta real de todo eso y llevarlo a la práctica, hizo que dejara de contar los meses y años, así como dejar de pensar en cuánto tiempo me quedaría. No existe el “cuánto tiempo me queda”, y la prueba de que no existe es que no hay respuesta a esa pregunta. Nadie puede responderla.
Todo ello en el fondo y con el tiempo me tranquilizó, pues me liberé de la tensión que me suponía el estar tratando de controlar el futuro. Sólo me tenía que ocupar de lo que estaba ocurriendo AHORA... pues es lo único que existe. Así que suelta, afloja, destensa y ocúpate sólo de tu instante.

domingo, 26 de abril de 2015

LA ANSIEDAD DE NO SER COMO SOMOS.

¿Cuánta ansiedad nos produce tratar de ser como otra persona? Sinceramente mucha. Nos comparamos quizás con quienes tienen éxito, popularidad... y nos sentimos inferiores a ellas. No hace falta que nos comparemos con famosos de la TV, solemos hacerlo más bien con aquellas de nuestro entorno más cercano. Envidiamos su simpatía, su naturalidad, su fuerza, coraje, habilidad, su aparente felicidad y una vocecilla nos dice "yo quiero ser como ella".
A partir de ese momento, comienza un conflicto interno en el que la parte de nosotros que quiere ser como la otra persona, lucha contra lo que somos. Nos fracturamos. Es como si jugásemos al ajedrez contra nosotros mismos. Ese juego no podemos ganarlo porque todas las fichas del tablero forman parte de nosotros. ¿Quién gana? ¿Quién pierde? Es una lucha sin sentido que sólo nos lleva al agotamiento y la frustración.
Y lo más importante, en todo conflicto, en toda lucha, hay implícita una ansiedad por conseguir el objeto de nuestro deseo y un miedo por no conseguirlo. Con lo cual ya nos estamos dando una "dosis" gratuita de tensión que nos llena de malestar.
No tenemos que ser como nadie. No tenemos que ser como nuestro padre, nuestro amigo,... ni tan siquiera como aquella persona que superó la ansiedad. Tú eres tú. ¡Tú ya eres alguien! Cada persona tiene su propio camino que recorrer y ése es el camino correcto para esa persona. No vivas siguiendo los pasos de alguien, pues su sombra te impedirá ver el sol con tus propios ojos. No mires el mundo a través de los ojos de los demás. Tú tienes tu propia mirada y es tan valiosa como la de cualquier otro.
Cuando nos empeñamos en ser como alguien, automáticamente aparece cierto grado de sufrimiento. Ésa es la señal inequívoca de que nos estamos creyendo un pensamiento falso: "tengo que ser como esa persona".
Si hay algo de ti mismo que no te gusta, comienza por comprenderte. Fíjate cómo cuando comprendemos a alguien dejamos de juzgarlo. Ya no hay etiqueta, ya no hay recriminación ni acusación ni culpa. Surge el afecto, el cariño y la proximidad. Pues bien, esa misma actitud aplicada a nosotros. Comprendernos nos libera del juicio que nos hacemos. Y es curiosamente desde ahí, desde la no-lucha hacia nuestra persona, cuando todo cambio se hace posible. No quizás el cambio que deseamos, pero sí el que necesitamos para nuestro propio caminar. 
Trátate con respeto siendo tú mismo.