viernes, 13 de enero de 2017

MIEDO A LAS REACCIONES DE MI CUERPO.

En la ansiedad, a lo que más solemos tener miedo es a cómo reacciona nuestro cuerpo ante determinadas situaciones. Qué es lo que surge de él cuando estamos en la calle, una reunión, haciendo cola en el super,... Nuestro organismo comienza a funcionar de forma autónoma, como por libre y sin razón aparente, surge taquicardia, sudoración, tensión, mareo, sensación de falta de aire,... y un largo etc que lo va recorriendo. A éso es a lo que en buena medida le tenemos miedo, a cómo nos sentimos físicamente. También hay otro tipo de síntomas. Pero al menos los físicos eran los que más me afectaban y por ello hoy quisiera hablar de ello, ya que veo también que son por los que más me preguntáis.
Ese ir por libre del cuerpo, hace que se genere en nosotros una sensación de no control, de no poder hacer nada para dejar de sentir eso tan feo y desagradable. Ante todo ello hemos de tener claro un par de cuestiones que nos ayudará a comprender mejor qué nos pasa en esos instantes.
Lo primero que hemos de saber que esos síntomas se corresponden a cómo reacciona el cuerpo cuando estamos en una situación real de peligro. Todas esas reacciones son las que el organismo está programado para realizar automáticamente en toooooda situación de miedo, ya sea real o imaginaria. Si estoy a punto de tener un accidente, si me va a morder un perro, si me van a atracar, si al nadar en el mar veo algo grande pasar por debajo de mis pies,... en todas esas situaciones, mi cuerpo reacciona EXACTAMENTE de esa misma manera. El cuerpo reacciona igual. Así que cuando Cuando tienes los síntomas, comprende que tu organismo de manera refleja e instintiva reacciona para salvarte, aunque sea de algo imaginario. No es que tu cuerpo se haya puesto en contra tuya, aunque lo parezca, no es que te esté atacando. Justo al contrario, te está defendiendo de lo que imaginas.
Fíjate que cuando, por ejemplo, te va a morder un perro, no te preocupas de que tu corazón y respiración se aceleren, ni de que tu cuerpo se ponga en tensión, tus pupilas se dilaten,... ¡al contrario! Lo agradeces, porque es precisamente toda esa reacción corporal la que te capacita para salir corriendo del perro o defenderte de él ¿Te imaginas que nuestro cuerpo no reaccionara de esa manera ante un peligro real? La especie humana no hubiese sobrevivido ¿Qué ocurre en la ansiedad? Que no hay peligro, pero la reacción corporal  es la misma.
Le tenemos miedo a todos esos síntomas porque se sienten feos. Pero observa cómo lo que hace que en ocasiones resulte difícil sobrellevarlos, es lo que nosotros le añadimos: "¿será un infarto?" "¿será un tumor?" "¿me voy a morir?" Ésa añadidura nuestra, todas esas frases que nos decimos, es lo que todo lo magnifica ¿Quién no va sentir ansiedad diciéndose eso? ¡¡Todo el mundo!! Independientemente de que tenga ansiedad o no ¿Lo ves? ¿Te das cuenta?
Cuando sentimos los síntomas solemos percibirnos a nosotros mismos como indefensos, como si nos fuese a ocurrir algo ya inevitable. Pero fíjate cómo en el fondo y como decía un escritor... "he vivido muchas batallas que nunca han ocurrido". Fíjate cómo los médicos te dicen una y otra vez que estás sano, que estás bien y cómo nunca ocurre lo que imaginas ¿Por qué? Porque en esos momentos, lejos de estar indefensos, nos encontramos HIPERPROTEGIDOS por nuestro organismo. En ésos instantes, cuando sentimos los síntomas, todos los sistemas de defensa del cuerpo están activados. No puede pasarte nada precisamente por eso, porque estás hiperprotegido. Por eso, incluso las autoridades sanitarias indican que la ansiedad no produce ningún daño ni físico ni mental ¡Claro! Es imposible que ocasine daño porque lo que sentimos, no es más que el sistema de protección de nuestro cuerpo. Digamos que estamos en "modo protección" ¿Desagradable? Sí, lo es. Pero igualmente inofensivo.
Espero que estos descubrimientos que hice en su día y que tanto me ayudaron, puedan igualmente ayudar a alguien más.

viernes, 6 de enero de 2017

AMARSE A UNO MISMO

Muchas personas creen que quererse a uno mismo, es vivir en un continuo estado de fuegos artificiales. Como si viviéramos dentro de un árbol de navidad. Esa imagen nos la enseñan los platós de Hoollywood y determinados libros de autoayuda. Perseguimos esa imagen con todo nuestro ahínco sin alcanzarla nunca ¿Y por qué no la alcanzamos? precisamente por eso, porque es una imagen mental no una realidad.
Si deseamos transformarnos, hemos de partir desde lo que somos y no desde una imagen que nos han metido (padres, maestros, TV, cultura,...) sobre cómo hemos de ser. Nos encontramos en constante búsqueda, sin darnos cuenta de que lo que buscamos es el ser nosotros mismos. Nuestro verdadero ser. Que de tanto amoldarnos a lo que los demás querían que fuésemos, hemos terminado por olvidado.
Amarse a uno mismo, tiene mucho de OTORGARSE DERECHOS. Y el primer derecho que hemos de otorgarnos, es el de ser como somos ahora mismo, en este día, en este instante. ¿Quieres quererte? Comienza por DATE EL DERECHO DE SER COMO ERES: con tus defectos y virtudes, miedos y certezas, esperanzas y desesperanzas. Date ese derecho porque todo ello en su conjunto eres tú. Date el derecho a tener miedo, defectos y desesperanzas. Date ese derecho porque si no te lo concedes, entrarás en una guerra contra ti mismo donde tú interior es campo de batalla. Y esa guerra querido amigo, querida amiga, no la puedes ganar porque todos los soldados son tuyos ¿Cuántas veces has luchado contra ti mismo? Seguro que muchas ¿Y cuántas veces has ganado? Párate y plantéate esa pregunta.
Fíjate cómo quien está en guerra contra si mismo no se ama. Le es imposible hacerlo precisamente porque está en guerra, dado que quien participa en una guerra no ama al contrario. Y ese "contrario" eres tú. Así que no es que al no amarte te atacas, sino que debido a que te atacas no te amas.
¿Quieres amarte? ¿Buscas dejarte en paz de una vez? Comienza por concederte el derecho de ser como eres. Date el derecho a ser dependiente, de huir, rechazar,  controlar,... porque es éso lo que estás haciendo. Como decía antes, partamos de la realidad ¡¡Pero ojo!! Eso no quiere decir que nos abandonemos a la deriva de esas actitudes, sino que en el camino de sanación de todo ello, no nos castiguemos por ser así. Y para hacerlo, comienza por poco. Comienza por permitirte pequeñas de esas actitudes para ir progresivamente expandiendo ese permiso. De esa manera descubrirás que cuanto más te permitas ser como eres... menos miedos, culpas, desesperanzas, control, rechazo y huidas experimentarás. Pues quien tiene permiso de algo, no se enfrenta a nada. No te enfrentas a ti mismo. Y si no te enfrentas, no hay guerra. Y la consecuencia de la no guerra, es la paz.
Éste es uno de los grandes pasos que nos llevan a la aceptación, el darnos el permiso para ser como somos, de sentir lo que sentimos, de actuar como actuamos. Permiso para que durante un tiempo indeterminado mientras vamos sanando, sigamos haciendo lo mismo. Se trata de un dejarnos en paz mientras hacemos todo lo necesario para dejar de huir, controlar, depender,...
Fíjate dónde te sitúa el darte permiso para ser como eres, y dónde te sitúa el no dártelo mientras vas sanando ¿El no dártelo te ayuda a sanar? ¿Te es útil? Date cuenta de la inutilidad de la lucha Y DÉJATE EN PAZ. La paz que buscas no está en la guerra contra ti mismo, está la ausencia de ella.