lunes, 23 de diciembre de 2013

CAMBIAR PARA SALIR DE LA ANSIEDAD

Muchos de vosotros me habéis preguntado "¿la ansiedad te cambió? La respuesta es... SÍ. Para mi superar la ansiedad, fue ante todo pasar por un proceso en el que, precisamente para salir de ella, debía volver a encontrarme conmigo mismo. O quizás mejor dicho, debía encontrarme por primera vez.  Recuperar mi vida fue un dejar atrás una forma de pensar, de concebir la vida, de percibir a los demás e inclusive a mi mismo.  Por lo que salir de la ansiedad fue un cuestionarme prácticamente todo, que lo que era válido en mi... poco a poco te das cuenta que ha dejado de serlo. Un volver a empezar. Desechar un montón de esquemas mentales que ni tan siquiera sabía que tenía. Yo ni era consciente de mi propio ego, no sabía hasta qué punto y de qué forma tan refinada me importaba la opinión de los demás.  No era consciente de lo perfeccionista que era ni a cuántos campos de mi vida llegaba todo ello.
Con el tiempo comprendí que siendo de aquella manera... inevitablemente estaba abocado a ella, pues mi organismo ya no podía soportar más la autopresión a la que me estaba sometiendo. La ansiedad fue para mi la forma que tuvo mi cuerpo/mente de decirme... "¡Basta! No puedes seguir más por ese camino".  Y creedme, me resistí mucho a asumir todo ello.  En mis años de no aceptar la ansiedad, en el fondo lo que había era una resistencia a cambiar de forma de ser.  Tampoco sabía qué era lo que tenía que cambiar ni hacia dónde dirigirme. Era la época en la que pasé por los filos más duros de la ansiedad.
Aún no sé muy bien cómo, me dirigí hacia el único lugar donde aún no había buscado la solución.  Me dirigí hacia mi interior.  Quizás fue por pura necesidad, ya que no había nada en el exterior que me quitara aquello de encima.
La ansiedad "me venció".  No podía salir de la ansiedad con los mismos esquemas mentales con los que había entrado en ella. No tuve más remedio que detenerme... y escucharla. No sus síntomas... sino lo que había tras ella. No sus sensaciones... sino lo que me quería decir.  Me daba miedo ese reinventarme, ese no saber hacia dónde ir o qué hacer conmigo mismo.  Pero pronto descubrí que no había motivo para temer, pues en el propio caminar... por añadidura... te vas encontrando lo que necesitas en cada momento.  ¡Cuánta verdad hay en las palabras de Machado! "Caminante no hay camino, se hace camino al andar". Como ya sabéis, me subí a un peñón junto al mar... largas tardes pasé allí subido... con más de una lágrima y demasiadas preguntas sin contestar... hasta que finalmente quedó en mi el silencio.  Fue a partir de ahí cuando empecé a escuchar mi interior.  Esa "voz" que siempre había estado enmudecida por el vaivén de los acontecimientos y por las autoexigencia que los demás me habían dicho que debía tener. Esa "voz" que al final te hace entender que, cuando dejas de hacer preguntas (el silencio interior)... es cuando encuentras las respuestas.  Donde te das cuenta que nunca hubo necesidad de tanto esfuerzo ni lucha... y menos contra uno mismo.   Fue un dejarme en paz... un dejarme estar... un sentir profundo, cálido y sereno... donde todo se aquieta y a la vez todo fluye. Un permitir que todo mi ser "se pose"... para al fin así poder reconocerme.
Sí amigo/a,  la ansiedad me cambió.

viernes, 6 de diciembre de 2013

SUPERAR LA ANSIEDAD... ES TAMBIÉN SUPERAR EL EGO.

Existen personas que para salir de la ansiedad necesitan también escapar de su propio ego. Ese fue precisamente mi caso.
No sé muy bien aún cómo, pero empezó a importarme tanto lo que opinaban los demás de mí que comencé a tratar de hacerlo todo perfecto, para que nadie pudiese tener una opinión negativa sobre mi persona.  Esa actitud, esa forma de afrontar la vida la mantuve durante muchos años, por lo que finalmente me identifiqué con mi reputación. Terminé siendo lo que los demás esperaban de mi.  Vivir así era como estar permanentemente en un juicio en el que se jugaba mi bienestar interior. Si los demás me "aplaudían" me sentía bien, si los demás me critican me hundía. Bastaba cualquier desaire de alguien para centrarme en eso... y sufrir. Al final te vuelves "adicto" de esos aplausos que tanto necesitas para tratar de evitar el rechazo. Haces lo que sea necesario para conseguirlos, no sabes vivir sin ellos, sin que los demás te digan lo hábil, capaz, inteligente, agradable o responsable que eres. De esa manera, poco a poco, se fue formando en mi un diálogo interno donde las frases más repetidas eran "tienes que..."  "has de..."  "debes de..." Comenzaron así mismo formarse ideas del tipo "para ser feliz, necesito que los que me rodean me tenga en estima, apruebe todo lo que hago y me traten con simpatía".  Sin querer, sin darme cuenta, había puesto mi felicidad en manos de los demás. Eso fue un error que encandena con otro error, esto es, "la felicidad procede del exterior".
Y como contentar a todo el mundo es imposible, como la perfección siempre es un blanco móvil,... y como el ser humano no está preparado para ese nivel de autoexigencia... me quebré.  Me vino la ansiedad.  Aunque ahora que lo veo desde la distancia que me da el tiempo... es más exacto decir que la ansiedad ya la tenía desde hacía mucho. Pues precisamente vivía ansioso por obte
El ego siempre te dice tres cosas erróneas: "Eres lo que haces" "Eres lo que tienes" "Eres tu reputación". Años tardé en darme cuenta de ello y de cuál recóndito y escondido estaba el origen de mi ansiedad.  En darme cuenta que yo era yo... independientemente de lo que pensaran los demás de mi.  Que no había una ley que dijera que yo tenía que contentar a los demás.  Que mi miedo a que los demás no me aprobasen no era más que miedo a ser yo mismo.
Recuerdo que todo ello llegué a tenerlo en mente durante bastante tiempo, pero no terminaba de cambiar... y por lo tanto mis crisis de ansiedad y mi nerviosismo perpetuo continuaba. No cambiaba porque sentía que era como estar justo al borde de un precipicio y saber que "la cura" era dar un paso más.  Mucho tiempo me quedé allí, sabiendo lo que tenía que hacer pero sin llegar efectivamente hacerlo. Aquello era como un acto de fe, tenía que dar ese paso más... y saber que no me iba a caer.  Por pura necesidad de acabar con el sufrimiento de mi ansiedad... terminé por dar ese paso. Y no me caí.  No te caes.  Al contrario, comienzas a sentirte libre de ser tu mismo, de no tener que demostrar nada a nadie. De sentir que toda esa "energía" que antes destinaba a agradar a los demás, la utilizaba para disfrutar de la vida, en un dejarse fluir donde te das cuenta que tienes fuerza para todo... y a la vez que todo requiere menos esfuerzo.
Se acabó la lucha... precisamente porque te das cuenta que no hay necesidad de enfrentarte a nada.

jueves, 28 de noviembre de 2013

¿CUÁNDO VIVES?

Muchas veces, añoramos lo que ya no tenemos. En otras ocasiones, deseamos del futuro algo diferente de lo que vivimos en ese momento. Cuando nos sentimos mal, es cuando más "nos vamos" al pasado o al futuro. Centrándonos así en algo irreal, que al menos por ahora no existe. Y mientras todo ello ocurre, nos alejamos precisamente del único momento en el que de verdad podemos hacer algo. EL PRESENTE. Si queremos que mañana sea distinto, hay que sacudirse el pasado y tener muy claro, que lo único que podemos cambiar es justo el instante en el que vivimos, haciendo algo diferente.
Vivir en el presente, también lleva consigo aceptar la realidad en aquellas ocasiones que no podemos modificarla. Muchas veces, sobre todo en situaciones complejas, nos decimos a nosotros mismos frases del tipo:
"Si tal persona fuese de otra manera me sentiría mejor".
"Si las cosas fuesen de otra forma... sería feliz".
“Si no hubiese ocurrido...”
"Si lograra..."
"Si..."
Y mientras tanto, sufrimos produciéndonos una enorme ansiedad, ya que chocamos con una realidad a la que no nos estamos adaptando.
Pero realmente lo que nos hace sufrir, no es la realidad ni los demás. El origen del sufrimiento está en cómo reaccionamos ante los acontecimientos. Son nuestros juicios sobre cómo han de ser las cosas y las personas, quienes en verdad nos hacen sufrir.
Salvo en situaciones excepcionalmente graves, la realidad no es el problema. Una prueba de ello, es que ante un mismo acontecimiento, distintas personas reaccionan de diferente manera. Las cosas son lo que son...independientemente de lo que podamos pensar, sentir o desear. Y aceptar eso, es ponerse del lado de la realidad, no contra ella.
Descubrir todo ello fue para mí un cambio de rumbo, no sólo en mi ansiedad, también en mi percepción de la vida.
"Un pájaro apegado a una rama no puede volar"

domingo, 21 de julio de 2013

CONTROLAR LA ANSIEDAD

Una de las sensaciones que tenía al principio de mi ansiedad, era que no podía controlar sus síntomas, que éstos "iban por libre" sin que yo pudiera hacer nada por controlarlos o evitarlos.  Parecía que mi cuerpo, por decirlo de alguna manera, se hubiese "rebelado" en un golpe de mala suerte que sobre mi vida había recaído.  Era la época en la que creía que para salir de la ansiedad, había que resistirla miestras buscaba algo que obrara el milagro de quitarme aquello de encima... ¡YA!.  Tiempo tardé en salir de ése gran error.  Precisamente ésa actitud lo único que hacía era agotarme física y mentalmente, a la vez que incrementaba mis síntomas. Hay cosas en la vida que no se superan apretando los dientes, y la ansiedad es una de ellas.
Leyendo muchísimo sobre cómo funciona la ansiedad, y aplicando a destiempo varios consejos de una psicóloga (error por mi parte), terminé siendo consciente de que hay una profunda conexión entre cuerpo y mente.  Los síntomas "iban por libre" porque éstos tenían un origen que no estaba teniendo en cuenta: EL PENSAMIENTO, las creencias, nuestro diálogo interno...  era ahí donde debía centrarme.
No tener en cuenta el pensamiento en la ansiedad, es como ver un árbol y creer que sólo existe lo que vemos, olvidando que sus raíces lo nutre.   Ser realmente consciente de todo ello me abrió un nuevo camino, cambiar de perspectiva fue decisivo.
Lentamente y con el tiempo, fui dándome cuenta de que sí podía hacer muchas cosas para salir de la ansiedad y sus síntomas, ir a por el origen de los mismos, a por aquello que los nutría.  Analizar creencias erróneas del tipo:
"Para ser feliz, necesito la aceptación y aprobación de aquellas personas que son relevantes para mi"
"Tengo que demostrar ser competente y destacar en todo aquello que realizo".
"..."
(Os aconsejo echarle un vistazo a las Ideas Irracionales de Albert Ellis.  Aunque para analizar las creencias y pensamientos lo mejor es una buena terapia psicológica con un profesional)
También podía aprender a tomar distancia de los síntomas y de los pensamientos que los provocaban, practicando la meditación.
Podía aprender a controlar los síntomas físicos mediante la relajación y la respiración.  Para lo cual hay que ser muy constante y realizarla mínimo una vez al día.
Ser realmente consciente de que los síntomas de la ansiedad, son sólo éso, síntomas de la ansiedad, y no síntomas de cualquier otra cosa (dícese de infartos, locura,...) Aunque lo creyera, no era la realidad.  El hecho de que yo crea una cosa no quiere decir que sea necesariamente cierta.  Por mucho que yo me empeñe en creer que la nieve es verde, seguirá siendo blanca.
Otro pensamiento o idea errónea que tenía, en referencia al miedo, era: "hasta que no tenga miedo, hasta que no me sienta mejor, no podré hacer tal o cual cosa". No podré salir... ir con los amigos... ir a un centro comercial... Falso. Éso era sólo una manera de autoengañarme, prolongando la ansiedad. De ello me dí cuenta cuando comprobé que los verdaderos avances en la ansiedad, se hacían con lo poco o mucho que lograba precisamente en los días malos.  Lo que se consigue hacer en un mal momento, es un paso de gigante. Esto es, salir de la ansiedad no se hace sólo con el pensamiento, necesita de una ACCIÓN progresiva y constante... aun teniendo miedo.  Comprobar que podemos hacer más (y es así) de lo que el propio miedo nos dice... es básico para superar la ansiedad.  Esta es la parte más difícil, y la que más tiempo lleva, pero no es imposible.
Se puede hacer mucho


miércoles, 26 de junio de 2013

SALIR DE LA ANSIEDAD... PASO A PASO.

Al final de mi adolescencia y en los inicios de mi juventud, practicaba montañismo en los Pirineos. En las rutas hacia las cumbres del Biceberri, Montarto, Aneto,... pasé algunos de los momentos más intensos y vivificantes de mi vida.  Lo que son las cosas, unos 10 años más tarde tuve agorafobia. Cuando tenía ansiedad, me recordaba con añoranza en aquellos inmensos paisajes... las nubes bajo mis pies... y sobre todo la increíble sensación de libertad que respiraba. Y claro, sufría. Sufría porque traía a mi presente un pasado... que por haber quedado atrás en el tiempo sencillamente ya no existía.
Mi nueva escalada, mi nueva cumbre ya no se llamaba Monte Perdido o Monte Maldito... se llamaba Ansiedad.  Muuuuuy lentamente, y a lo largo del tiempo, me fui dando cuenta que para salir de la ansiedad había que adoptar una actitud muy parecida a cuando hacía montañísmo.  Aquella concentración que debía tener en el más absoluto presente, EL PASO A PASO,  centrado en cada momento en dónde ponía el pie.  Recuerdo que agachaba la cabeza y lo que más veía eran mis propios pies... y comenzaba a centrarme sólo en el siguiente paso. En cada instante sólo el siguiente... sólo el siguiente paso... paso a paso, por pequeño que fuese o lento que fuera. Subía examinando el terreno más inmediato, el más próximo. Sin mirar lo que me quedaba hasta la cumbre, pues si lo hacía, me desanimaba al ver todo lo que me quedaba, y el cansancio físico terminaba por ser psicológico. De vez en cuando claro que había que levantar la cabeza para ver por dónde tenía que ir, pero no para ver lo que me quedaba por subir. Subiendo de ésa manera... un paso tras otro y centrado en el instante... descubría los grandes trayectos que recorría a pesar de la fatiga... y cuán cerca finalmente estaba la cumbre.
El montañismo y la ansiedad, me enseñaron que siempre tenía fuerzas para dar el siguiente paso cuando estaba centrado en el presente.  Para lo que no tenía fuerzas, era para recorrer en mi imaginación todo lo que me quedaba por subir, recordando a la vez lo cansado que estaba por el camino recorrido.
Salir de la ansiedad de esa manera, implica ir haciendo sólo lo que toca hacer en cada momento, en cada instante. Sin más añadiduras. Los grandes recorridos son sólo el conjunto de los pequeños pasos dados. Recuerda, no importa lo pequeños o lentos que sean. Lo importante es darlos, uno a uno.

Instante tras instante.
Paso a paso... en el presente.

sábado, 25 de mayo de 2013

SALIR DE LA AGORAFOBIA

La chica del reportaje de TVE que os dejo al final, me ha traído muchos recuerdos.  Ver el escalón de mi casa como una auténtica muralla, es una de las sensaciones más duras que recuerdo de mi ansiedad (junto a la despersonalización).  El proceso de salir de la agorafobia, fue una de las épocas donde aprendí a centrarme en el presente.  Para ello, y para no pensar en el desmayo o en la crisis de pánico cuando salía, enfocaba mi atención en todos y cada uno de los detalles que me encontraba.  Trataba de fijarme en todo, absolutamente en todo.   En el color de las hojas de los árboles, en la chaqueta tan horrible que llevaba aquel señor, en el contenido nuevo del escaparate, en los olores, a qué olía,... en el canto de los pájaros, cuántos tipos de cantos distintos podía identificar,... en los coches y sus ocupantes...   Y MIENTRAS TANTO ANDABA.  Andaba a la vez que regresaba a mis sentidos, la vista, el oído, el olfato.  Centrado en ellos, procuraba ir cada día una esquina más lejos.  Si notaba que me mareaba, respiraba, y trataba de fijarme más... hasta ¡qué sé yo! hasta en las grietas de las losetas de la acera.  Detalles que habitualmente pasan desapercibidos pero que igualmente entran por nuestros sentidos.  Lo cual también me llevó a la conclusión de que las cosas existen para nosotros tanto en cuanto pensamos en ellas.  El caso era no pensar en qué me podía pasar en los próximos cinco minutos, sino estar enfocado en el aquí, ahora, éste momento.
La agorafobia me tuvo encerrado sobre todo un año.  En el cual conseguí salir muy pocas veces y siempre muy cerca de mi casa.  En la calle tenía miedo al mareo, al ataque de pánico y al bochorno de que la gente me viera si me ocurría algo.
Recuerdo que llegó un momento en el que me dije "¿y si me da? bueno, ¿¡pero qué pasa!?", muchos mareos y crisis me habían dado hasta ése momento y aún seguía vivo.  Lo único que me podía ocurrir era más de lo mismo, y total, tampoco estar encerrado en casa hacía que la ansiedad desapareciera. Yo tenía que salir de aquello sí o sí. Fue como una especie de huida hacia delante, serena, sin prisas ni agobios, pero muy constante. De ir cada día siempre una esquina más lejos, centrándome en la gran riqueza de detalles que entraban por mis sentidos y que habitualmente no me fijaba, para así evitar los pensamientos que precisamente ocasionaban mi miedo.
Antes de salir a la calle practicaba la relajación. Éso hacía que saliera con menos ansiedad.  Aquí os dejo una vez más la Técnica de Relajación Muscular de Jacobson:
http://www.ivoox.com/relajacion-muscular-profunda-jacobson-audios-mp3_rf_312801_1.html
Haciéndolo de ésa manera, tardé unos 6 meses en conseguir salir a la calle cada vez que quería, rompiendo así el año de casi reclusión que tuve. Durante bastante tiempo más estuve sintiéndome mal en las salidas... PERO SALÍA.  Muy lentamente los síntomas fueron a menos, hasta que la calle dejó de ser un problema para mi.
De la agorafobia se puede salir, es duro, pero se puede.  Aquí os dejo el reportaje sobre una chica que también lo superó.
Reportaje TVE Agorafobia

domingo, 5 de mayo de 2013

ACEPTAR LA ANSIEDAD.

Posiblemente sea éste el punto más importante de todos, quizás por eso observarás que hablo de él en distintas partes del blog, y por ello lo trato aquí con mayor profundidad.
Yo tardé bastante tiempo en aceptarla, y os puedo asegurar que éso generó un sufrimiento innecesario. Por otra parte, me imagino que todos tenemos que pasar por nuestros propios procesos internos, y que eso lleva tiempo. Aunque estoy convencido de que, aceptar la ansiedad, es el kilómetro cero de toda recuperación.
Muchas veces confundimos la aceptación con otras cosas.  En ocasiones, pensamos que estamos aceptando algo cuando en realidad no es así. Aceptar NO es resignarse. La resignación implica pasividad, abandonarse a la deriva. Y para salir de la ansiedad se necesita una acción serena por el camino adecuado y con las herramientas precisas. Aceptar NO es resistir. Cuando nos resistimos hay tensión, hay una lucha que en sí misma está produciendo más ansiedad. Aceptar no es atrincherarse, apretar los dientes y aguantar. Además, ello provoca un desgaste tremendo, que sólo te lleva al agotamiento. Aceptar NO es ignorar lo que sentimos, pensamos o acontece. De la misma manera que al mirar al cielo, no podemos ignorar las nubes. Queramos o no están ahí. Aunque hay que ser conscientes de que en el cielo, no sólo hay nubes.

Aceptar la ansiedad es una actitud interior. De percibirla sin pasiones, de forma neutra y objetiva. Sin añadiduras. Desmitificándola. Es un no luchar contra uno mismo. Es no verla como un enemigo al que has que batir para salir de ella.
Es no empeñarte en querer dejar de sentir los síntomas inmediatamente. Es asumir que va a estar ahí durante un tiempo indeterminado.
Pero por otro lado, es orientar la energía que se estaba utilizando en la lucha en centrarse en las soluciones, no en los síntomas. Aplicando de forma constante aquellas técnicas y estrategias que ayudan a controlarla y a que disminuyan paulatinamente los síntomas. Sé por experiencia que es muy fácil decirlo y difícil llevarlo a la práctica, pero también sé que es muy necesario hacerlo.
Además de todo ello, personalmente también me ayudó el aceptarla cuando comprendí en su totalidad qué la originó, entonces la vi como una consecuencia lógica. La comprensión siempre es liberadora.

jueves, 25 de abril de 2013

RELATIVIZAR ES UN GRAN ANTÍDOTO PARA LA ANSIEDAD.

Imagina por un momento que el ser humano no existiera sobre el Planeta Tierra... ¿qué cosas serían buenas o malas? ¿Qué sería justo o injusto? ¿Qué sería importante y qué no?  Nada, absolutamente nada, pues no habría nadie que emitiera juicios de valor.  Y ahora desde ésa perspectiva, observa tu ansiedad. Detente, respira, y medítalo antes de continuar leyendo, tómate el tiempo que necesites hasta que notes que todo su significado te llene.
Meditar sobre ello, me ayudó a entender que la inmensa mayoría de los acontecimientos que nos ocurren, no son ni buenos ni malos en sí mimos. Que constantemente lo estamos etiquetando todo, inclusive a nosotros, llenándomos así de juicios mentales que se convierten en auténticos muros que en verdad no existen. De ésa manera me di cuenta que toooodo es relativo, somos nosotros quienes cargamos de importancia o gravedad lo que ocurre y lo que sentimos.
Fotógrafo: Alberto Pajuelo Peña   http://alberthophotographer.blogspot.com.es/
Aprender a relativizar, fue uno de los pilares en los que me apoyé para controlar mi ansiedad, ayudándome enormemente a superarla.  Comprender que no todo es blanco o negro, y que la vida está llena de ricos matices,... fue un inmenso regalo que aún conservo.

martes, 2 de abril de 2013

SUELTA LASTRE.

Cuando estamos inmersos en la ansiedad, hay momentos en los que deseamos volver a ser como éramos antes de que aparecieran los síntomas.  Recordamos lo bien que nos sentíamos, todo lo que hacíamos,...y anhelamos con intensidad recuperar aquella sensación de normalidad.   Y sufrimos porque en el fondo, una parte de nosotros se quedó atrás empeñada en un intento imposible de alcanzar, prolongar el pasado.
Aunque cueste creerlo, ni tan siquiera somos los mismos que hace un mes, o una semana. Cada pequeño acontecimeinto y pensamiento va formando un poso en nuestro interior que nos va transformando. Todo es cambio.  Tanto si lo deseamos como si no, todo es un constante fluir. Incluso la mayoría de nuestras células se regeneran cada cien días, cambian. Aferrarme a como era antes, era como escuchar una sinfonía y quedarme permanentemente escuchando un nota, sin poder disfrutarla entera.


 Fotógrafo: Alberto Pajuelo Peña   http://alberthophotographer.blogspot.com.es/
Elegí entrar y salir de las situaciones entero.  Entrar del todo y salir del todo, sin dejar atrás partes de mi.  Lo que pasa, que pase.  Dejar marchar el pasado, fue como soltar un tremendo lastre que me anclaba en el fluir de la vida.  Estaba aceptando la nueva realidad.
La ansiedad pasó y sus síntomas se marcharon, la serenidad llegó... pero no volví a ser el mismo de antes.   Superar la ansiedad, resultó ser un gran ejercicio de limpieza interior.  Ahora me siento mucho mejor conmigo mismo.

sábado, 23 de marzo de 2013

TRATA DE COMPRENDER LA ANSIEDAD.

La ansiedad es como una radio que sólo sintoniza una emisora, por mucho que busques en el dial, siempre escuchas lo mismo, y además resulta imposible apagarla.  Como mucho consigues bajar el volumen, pero de nuevo comienza a sonar estrepitosamente.  Desesperante.
El miedo hace precisamente eso, centrar tu atención en determinados aspectos de tí mismo/a, haciendo que sólo te fijes en aquello que precisamente confirma tu miedo.  Ya no ves nada más, ves sólo lo que tu miedo te permite ver, formándose así un filtro que distorsiona la visión sobre nosotros mismos.
Y lo que el miedo precisamente te oculta, es que estás bien, que tu cuerpo está sano, que no existen amenazas y que no hay motivos para alarmarse.  Así mismo te oculta tus propias capacidades para poder superar cualquier problema que pudiera surgir.

Ser realmente consciente de ése filtro, viéndolo como tal, me ayudó bastante a entender cómo funciona la ansiedad.  Y el comprenderla me hizo "quitarle hierro" a todos esos síntomas.
Poco a poco, la radio comenzó a sintonizar más emisoras.  El dial estaba lleno, siempre lo había estado.

viernes, 15 de marzo de 2013

¿EN VERDAD ERES COMO REALMENTE ERES?

A lo largo de nuestras vidas, y muchas veces sin darnos cuenta, se nos está diciendo cómo debemos de pensar-sentir-actuar.   La educación, sociedad, cultura, la TV, los demás,...  Constantemente recibimos mensajes, más o menos explícitos, del tipo "has de..."  "tienes que..." "debes de..." Debido a esa presión y en demasiadas ocasiones, terminamos cediendo, haciendo que persigamos un determinado ideal de persona.  Incluso ésas frases las incorporamos a nuestro lenguaje interno, haciéndolas nuestras. Y lo que es peor, juzgándonos en función de dicho ideal.
Todo ello hace que se produzca un desequilibrio que en el fondo nos hace sufrir, pues nuestra verdadera forma de ser, está siempre latente y deseando "salir al exterior".  Una cosa es lo que se espera de nosotros, y otra muy distinta lo que realmente somos.
Personalmente, me di cuenta de todo esto cuando prácticamente había salido de la ansiedad.  Fue entonces cuando fui consciente de la gran influencia que ello había tenido en alimentarla.  El saber que ya no tenía que esforzarme en demostrar nada... me llenó de una grata sensación de serenidad.  Y lo que es mejor, ver que a partir de entonces nada cambiaba a mi alrededor, aunque yo sí lo había hecho.

domingo, 10 de marzo de 2013

QUIZÁS LA ANSIEDAD TRATA DE DECIRTE ALGO.

En determinadas personas, no todas, la ansiedad se debe a un conflicto interior que no hemos resuelto adecuadamente.  O bien no nos creemos capaces de superar determinadas situaciones a nivel real o emocional.  Todo ello genera una gran tensión interior que nuestro cuerpo exterioriza mediante la ansiedad.  Es como si nuestro organismo tratara de encontrar una solución biológica al conflicto interior que tenemos, encendiendo las luces de alarma de que hay algo que trabajar a nivel personal e íntimo con nosotros mismos.
De ésa manera, la ansiedad se convierte en una oportunidad para "sanearnos" por dentro, para resolver aquellas cuestiones que en el fondo sabemos que nos hacen daño.  Cambiar el modo de percibir la ansiedad, fue fundamental para mi, entendiéndola como una llamada de atención de que debía centrarme no tanto en los angustiosos síntomas. Si no en buscar el equilibrio entre mis pensamientos, sentimientos y actuaciones.

martes, 19 de febrero de 2013

LAS EXIGENCIAS DE LA SOCIEDAD TAMBIÉN GENERAN ANSIEDAD.

Vivimos en una sociedad en la que cada vez se nos exige más.  Cada vez se demanda más capacidades y cualidades para ser válido.  Parece que cuanto más ganes, más tengas, mejores resultados tengas,... más valioso eres.  La sociedad exige tanto que, hay mucha gente que no puede con ello.  Quizás sea ése uno de los motivos por los que cada vez hay más gente con ansiedad.
Las personas, de forma inconsciente, entramos en ésa dinámica, repitiéndonos a nosotros mismos frases del tipo "tengo que destacar" "tengo que esforzarme al máximo" "tengo que ser productivo" "tengo que hacerlo perfecto"... y sin querer nos convertimos en máquinas.  No somos máquinas.  El ser humano sencillamente no está hecho para ese nivel de exigencia.  Y por ello sufrimos, y por ello hay casos en los que aparece la ansiedad.


Personalmente, he podido conocer gente de gran éxito... personas que al final te dicen abiertamente que son infelices.  Las consultas de los psicólogos se llenan igualmente de este tipo de personas que, al llegar a lo más alto, se dan cuenta que allí no está lo que buscaban, y sienten un gran vacío interior.
También he conocido a personas que ante el riesgo de fallecer por una grave enfermedad, hacen cuentas de su vida... y se arrepienten de haber trabajado tanto... o de haber desperdiciado su vida preocupándose por cosas que realmente carecen de importancia. 
Por lo tanto la riqueza, la paz, la serenidad,... NO LA ENCONTRAREMOS en el frenesí de la sociedad actual.  Pienso que hemos de trabajar para poder comer y vestirnos.  Pero no convertir ello en el sentido de nuestras vidas.  La vida es mucho más.  De lo contrario, es como si fuésemos en un autobús con los ojos vendados, viajando por un paisaje realmente precioso... y nos pasáramos el viaje luchando por quién ocupa el primer puesto.  Absurdo, ¿verdad?.

jueves, 14 de febrero de 2013

LA REALIDAD NO ES EL PROBLEMA.

Muchas veces nos decimos a nosotros mismos frases del tipo:
      "Si tal persona fuese de otra manera me sentiría mejor".
      "Si las cosas fuesen de otra forma... sería feliz".
      "Si lograra..."
      "Si..."
      "Si..."
Y mientras tanto sufrimos, produciéndonos una enorme ansiedad.
Pero realmente lo que nos hace sufrir no es la realidad, no son los demás.  Lo que realmente nos hace sufrir es cómo reaccionamos nosotros ante los acontecimientos y ante los demás.  Lo que realmente nos hace sufrir son nuestros juicios, sobre cómo han de ser las cosas y las personas.
Si te das un golpe en la rodilla contra una mesa, el dolor no está en la mesa.  Algo está ocurriendo en ése instante en tu rodilla que te está produciendo el dolor.  Análogamente, cuando nuestros juicios chocan con la realidad, se produce el dolor dentro de nosotros.
La realidad no es el problema, y una prueba de ello es que ante un mismo acontecimiento, distintas personas reaccionan de distinta manera. Las cosas son lo que son...independientemente de lo que podamos pensar, sentir o desear. Y aceptar eso, es ponerte del lado de la realidad, no contra ella.

lunes, 28 de enero de 2013

BUSCAR LA APROBACIÓN DE LOS DEMÁS, ES UNA GRAN FUENTE DE ANSIEDAD.

Cuando se busca la aprobación, estas dando a los demás el poder de hacerte feliz o desdichado.  Si te aceptan eres feliz, si te rechazan eres desgraciado.  Es como si apretaran un botón mediante el cual controlan tu estado de ánimo.  Cuando se busca la aprobación, se vive para alcanzar éxitos y victorias en todas las facetas de la vida, por eso se sufre tanto cuando no se logra.   Es posible que, con un gran gasto de energía, se gane un mundo de aplausos, pero se pierde la vida.  La vida es algo que va pasando mientras se está ocupado buscando la aceptación de los demás. 
La vida es demasiado importante para ser desperdiciada buscando ser aceptado,... o sufriendo por haber sido rechazado por los demás.  El verdadero ser de la persona, es demasiado valioso para ser desperdiciado.  ¿Utilizarías un valioso cuadro para prender un fuego?
¿Eres realmente consciente de todos los esfuerzos que realizas para vivir según las expectativas de los demás? ¿Qué vida estas viviendo? ¿la tuya o la que los demás esperan de ti?

En ocasiones, nos sentimos ofendidos por los demás. Pero en realidad, nadie tiene la capacidad de ofenderte.  Lo que te ofende es que los demás no piensen de ti lo que tú quisieres, el dolor aparece cuando le das importancia al concepto que los demás tienen de ti.  Y tú no eres el concepto de nadie. 

domingo, 27 de enero de 2013

LA ANSIEDAD NO ES UNA BATALLA CONTRA MI MISMO.

Cuando descubrí que para superar la ansiedad, NO tenía que entablar una batalla contra mí mismo... me tranquilicé mucho.  No se trata de enfrentarte a ella.  Luchar contra la ansiedad sólo genera más tensión y frustración, hacer eso era como cavar para tratar de salir del pozo.
Las taquicardias, mareos,... etc, son sólo síntomas de que algo en tí mismo no lo estas llevando bien.  Eso te genera una gran tensión interior y el cuerpo lo exterioriza mediante los síntomas.  Luchar contra los síntomas de la ansiedad es como tomar sólo paracetamol para la fiebre y no tomar el antibiótico que ha de eliminar el "virus" que la provoca.
Por lo tanto, el foco de nuestra atención NO ha de centrarse en lo mal que nos sentimos, sino en qué está provocando los síntomas.  La respuesta a ésa pregunta sólo tú puedes contestarla.  Ir al origen.
Todos, somos más o menos conscientes de qué nos hace sufrir.  Quizás sea que le damos demasiada importancia a lo que los demás piensan de nosotros,... o que en el fondo queremos tenerlo todo controlado,... o no sabemos enfrentarnos a las situaciones no salen como hubiésemos deseado,... no sé... cada cual tiene su propia razón o combinación de razones.  Cada cual ha de descubrir la suya o suyas propias.  Centrarme en éso, y no en los síntomas, me ayudó muchísimo.
No escuches los síntomas, escúchate a tí mismo.  Escúchate como lo harías a un buen amigo, a tu mejor amigo.  A tí mismo.  Sé comprensivo, paciente y cálido contigo mismo.

sábado, 26 de enero de 2013

La superé.

Sé lo que es pasar por la gran mayoría de los síntomas de ansiedad.  Estuve varios años sufriendo taquicardias, mareos, ahogos, tensión muscular, presión en el pecho,... y hasta estuve casi un año sin salir de casa por agorafobia.  Mi vida se detuvo.  Pero todo empezó a cambiar cuando descubrí que la "cura" no estaba en la medicación (la cual ayuda y no hay que dejarla sin consultar a un médico), ni en luchar contra la ansiedad.  La salida del túnel la encontré cuando descubrí, que la ansiedad no era el problema.  La ansiedad era el síntoma.  ¿Síntoma de qué?.  De que tenía un montón de creencias erróneas, de apegos absurdos y le daba importancia a cosas que realmente no las tiene.  Cuando me deshice de todo ello, la ansiedad desapareció. De aquello hace ya 8 ò 9 años, y desde entonces no he vuelto a tener ansiedad.

Con este Blog no pretendo enseñar la fórmula mágica para superar la ansiedad.  Un buen psicólogo/a os ayudará a ello.  Lo que pretendo es mostrar todo aquello que a mí me sirvió en un momento dado, por si a alguien le pudiese ser de utilidad.