sábado, 24 de septiembre de 2016

TRATAMOS DE SALIR DE LA ANSIEDAD DESDE LA PROPIA ANSIEDAD.

¿Te has dado cuenta de que cuando sentimos ansiedad, tratamos de dejar de sentirla de una manera que nos hace sentirla más?
Cuanto más queremos que no esté, más está.
Cuanto más queremos controlarla, más se descontrola.
Cuanto más luchamos contra ella, más grande se hace.
Cuanto más huimos de ella, más pegada la sentimos.
No queremos que esté... queremos controlarla... luchamos contra ella... huimos de ella... Detente aquí y observa cómo tratamos de salir del miedo desde el miedo. La base, esa plataforma desde la que nos movemos para salir de él, es una plataforma de miedo. Eso es como si yo tengo varias maderas ardiendo y trato de apagar el fuego echándole encima un montón de madera.
¿Cómo tratas de apagar un fuego? ¿Con agua o con el mismo combustible que lo hace arder?
¿Cómo tratas de curar una herida? ¿Procurando que cierre o abriéndola más?
¿Cómo tratas de solucionar una error? ¿No volviéndolo a repetir o repitiéndolo más?
Pues de la misma manera con el miedo y la ansiedad. No podemos salir de ahí desde el miedo y la ansiedad de sentir lo que sentimos. Hemos de cambiar de enfoque, de perspectiva, ir por otro camino. El camino a recorrer, o al menos ésa fue mi experiencia, es desde los opuestos al miedo: el amor hacia uno mismo, la confianza, la paz, paciencia, no juzgar, compasión, comprensión, aceptación,... Fíjate cómo todo ello es más afín a ti, a tu esencia como persona, a lo que eres como ser humano y a lo que habita en tu fondo.
No importa que ahora mismo quizás no sientas nada de ello, que sólo sientas miedo, lucha y huida. Y no importa porque el hecho de que no lo sientas, no quiere decir que no esté. Estar están, lo único que ocurre es que lo que más nos han enseñado en la vida es a temer. Nos han enseñado a actuar desde el miedo:
Miedo al qué dirán o pensarán de mi.
Miedo a sentirme mal.
Miedo a no tener el control.
Miedo a que las cosas no salgan como queremos.
Miedo a equivocarnos.
Miedo a ...
Miedo a...
Fíjate cómo antes de que apareciese la ansiedad, esos miedos ya estaban ahí de alguna u otra manera. Con lo que en el fondo, las únicas diferencias que hay respecto a antes, son las formas en las que se expresan esos miedos y su intensidad. Un ejemplo de ello lo descubrí en propia carne. La principal razón por la me pasé prácticamente un año sin salir de casa con agorafobia, era por el miedo al qué pensarían de mi si me veían con una crisis. Pero es que ese miedo al qué pensarán los demás, en absoluto era nuevo en mi. Lo llevaba arrastrando desde hacía muchísimo tiempo atrás. Por lo que en el fondo,... tenemos los mismos miedos que antes con algunas derivaciones. Quizás no éramos del todo conscientes de esos miedos, creíamos que era "lo normal" vivir así o si éramos conscientes preferíamos mirar hacia otro lado. En definitiva, tuvieron que llegar los síntomas y sentir miedo con intensidad, para que nos hiciésemos conscientes de que teníamos que transformar algo que llevábamos tiempo arrastrando. De esa manera el miedo y la ansiedad, se convierten en una fuerte llamada de atención por parte de nuestro organismo, para que sanemos lo que mucho tiempo atrás llevábamos sintiendo.
Así que para recorrer ese nuevo camino del que hablábamos, de aceptación, paciencia, no juicio, no lucha, comprensión, paciencia, compasión... sólo hemos de centrarnos en él. Cultivar esas actitudes,  profundizar en ellas. Viendo ese nuevo camino NO COMO LA FORMA DE NO SENTIR LO QUE SENTIMOS, sino como el hacer lo que tiempo atrás deberíamos haber hecho para nuestro bienestar y crecimiento personal.
De la ansiedad se sale desde dentro, desde lo que somos en esencia, no desde lo que tememos.
Salimos desde lo que somos, no desde lo que no queremos ser. 

martes, 20 de septiembre de 2016

PENSAMIENTOS Y CONTROL

Si estás leyendo estas líneas, es que llevas un tiempo más o menos largo con ansiedad. Así que aprovecha ese tiempo a tu favor, para darte cuenta de algo que quizás ya sabes, pero que nos cuesta terminar de verlo realmente: QUE LOS PENSAMIENTOS SON UNA COSA Y LA REALIDAD ES OTRA BIEN DISTINTA. Esto último lo supe durante mucho tiempo, lo sabía intelectualmente, pero cada vez que me llegaba un pensamiento catastrófico ese "saber", no me servía para tratar al pensamiento como irreal y por lo tanto para no verme arrastrado por él. Así que ahí había una separación entre lo que "sabía" y lo que "sentía". Sabía que no estaba en peligro pero sentía miedo como si lo estuviese. "¡Pero si sé que no estoy en peligro! ¿Por qué tengo miedo?" Jamás llegué a contestarme a esa pregunta. Y no me la llegué a contestar porque comprendí que me la estaba planteando porque estaba excesivamente enfocado en los pensamientos y trataba de contestarla desde el mismo pensamiento que estaba produciéndome la ansiedad. Y es que solemos vivir en la mente, en los pensamientos, pareciese que no hay otra cosa en la vida que esa "voz" que todos tenemos en la cabeza y que está constantemente juzgando cómo son las cosas.
Siempre he dicho que para salir de la ansiedad, hace falta una gran dosis de realismo, tener los pies en el suelo, un "tocar tierra". LOS PENSAMIENTOS NO SON LA VIDA. Si la vida fuese los pensamientos, sería un caos espacio-temporal porque ésta tendría que estar adaptada a los pensamientos de  7.000 millones de habitantes de este planeta. Si yo pienso que la vida y la realidad es "A", tú piensas que es "B" y otra persona piensa "C"... ¡no puede haber tres vidas y realidades distintas! ¿Lo ves? ¡Sería absurdo además de imposible! Esto nos demuestra que la vida es la que es y que las cosas son lo que son, independientemente de lo que podamos creer, pensar o sentir. Rendirse a esa evidencia es también una forma de entrar en el "aquí" y en el "ahora".
Como decía, la vida es la que es y si nos damos cuenta, LA VIDA ES LA QUE RIGE. La vida es la que manda. Lo que nos vamos encontrando en cada instante, es lo único que vivimos, es lo único que nos toca vivir. No hay otra cosa que vivir que precisamente lo que vivimos. No hay más. Ante ello cabría preguntarse "¿y qué es lo que nos está diciendo la vida a través de la ansiedad?" Nos está diciendo justo lo contrario de lo que habitualmente creemos.
Vamos al día a día de una persona con ansiedad.
Si yo pienso "estoy teniendo un infarto", luego la vida a través de los acontecimientos me dice que no es así.
Si yo pienso "tengo una enfermedad mortal", luego la vida a través de los acontecimientos me dice que no es así.
Si yo pienso "me estoy volviendo loco", luego la vida a través de los acontecimientos me dice que no es así.
¿LO VES? ¿TE DAS CUENTA? ¡LA VIDA NO PARA DE DECIRTE QUE LOS PENSAMIENTOS CATASTRÓFICOS NO SON VERDAD! Y te lo está repitiendo una y otra vez, montones de veces, todos y cada uno de los días. Está constantemente repitiéndolo ¡No para de decirlo! No importa el número de veces que nosotros creamos a nuestros pensamientos, la vida no se cansa ni se cansará de demostrarnos de que no son verdad. Y la prueba de que ello es así es que ¿Cuántas veces creíste que te iba a dar un infarto y no ocurrió? ¿Cuántas creíste que te ibas a morir y aquí estás? ¿Cuántas creíste que tenías una enfermedad mortal y continúas sano? ¡¡Muchas!! ¿Lo ves? La vida está constante diciéndote miles de veces que los pensamientos catastróficos ¡no son verdad! Que son sólo pensamientos. Que los pensamientos no son una realidad en sí mismos. Que lo real es lo real. Y que lo real es que estás sano y que no estás en peligro.
Pero no sólo eso, nos está diciendo mucho más.
La vida nos está diciendo a través de los síntomas algo muy importante y común a muchas personas con ansiedad: QUE NO CONTROLAMOS NADA. Nos viene un síntoma o un pensamiento catastrófico y casi instintivamente tratamos de controlarlo para que desaparezca. Pero echa un vistazo a tu sentir y a tu pensar ¿Alguna vez has conseguido controlarlos? Yo jamás lo conseguí. No pude. No se puede. No podemos controlar a voluntad un pensamiento o un síntoma ¿Lo comprobamos? Fíjate en lo siguiente. "No pienses en una casa roja", ya has pensado en una casa roja. "No pienses en un perro", ya has pensado en un perro. "No pienses en un caballo", ya has pensado en un caballo. Algo que solía decirme mucho "no pienses que tienes cáncer", con lo cual automáticamente pensaba que tenía cáncer y sufría enormemente por ello ¿Lo ves? ¡¡No se puede controlar el pensamiento!! No podemos controlarlos a voluntad. La voluntad no es aplicable a los pensamientos.
Pues lo mismo ocurre con los síntomas y bajo mi experiencia (siempre hablo desde ella) ocurre de la siguiente manera. Cuando sentimos un síntoma tratamos de anularlo, controlarlo o eliminarlo. Sin darnos cuenta que AL TRATAR DE CAMBIARLO MÁS ATENTOS TENEMOS QUE ESTAR DE ESE SÍNTOMA. Y a más atentos estamos al síntoma, éste aumenta su intensidad. Y a más intensidad, más tratamos de controlarlo, más atentos estamos a él, más intensidad,... la pescadilla que se muerde la cola. Entrando así en un círculo vicioso en el que sufrimos enormemente ¿Cómo salir de ahí? Dándonos cuenta de dos cosas:
1ª QUE EL TRATAR DE CONTROLAR NO ME AYUDA A SENTIRME MEJOR. Fíjate cómo no te sirve, no te es útil para ganar en paz ni en bienestar. Observa cómo el tratar de controlar ¡no funciona! para salir de la ansiedad.
2ª QUE NO PUEDES CONTROLAR NADA ¿Alguna vez conseguimos controlar algo en el devenir de la vida o simplemente las cosas suceden como suceden? El control no existe, es una ilusión.
Cuando nos damos verdadera cuenta de esas dos cosas, sin que tengamos que hacer nada, automáticamente SOLTAMOS EL CONTROL. Lo desechamos por inútil y por sufriente. Y al soltar el control nos deslizamos hacia la aceptación. Y es ahí donde nos damos cuenta, de lo absurdo de luchar, controlar, modificar, eliminar,... que lo único que teníamos que hacer era acoger, permitir, fluir,... En definitiva, nos damos cuenta de que tan sólo teníamos que ir con la vida, no contra ella. Que lo único que teníamos que hacer era ir con nosotros mismos, no contra nosotros.

jueves, 15 de septiembre de 2016

HACIENDO SIEMPRE LO MISMO


Una de las razones por las nos cuesta tanto salir de la ansiedad, es porque seguimos utilizando los mismos viejos conceptos, patrones y creencias:
- "Esto no puede ser"
- "Esto no puedo sentirlo"
- "Esto no puedo pensarlo"
- "Tengo que ser más..."
- "Tengo que vencer a..."
Fíjate cómo, independientemente de la ansiedad, solemos ir por la vida de esa manera. Esas actitudes las aplicamos una y otra vez en multitud de ocasiones en un solo día y a distintas cuestiones. Actuamos siempre igual. Pues bien, llega la ansiedad y como no podía ser de otra manera, seguimos haciendo lo mismo:
- "No puede ser que tenga ansiedad"
- "No puedo sentir este síntoma"
- "No puedo pensar esto que pienso"
- "Tengo que ser más fuerte"
- "Tengo que vencer a mi mente"
- "Tengo que vencer a mi cuerpo"
¿Alguien ha sentido alguna vez paz, serenidad y sosiego bajo esas actitudes? Yo no. Jamás. Y a pesar ello, continuaba haciéndolo, posiblemente porque no sabía hacer otra cosa. No me habían enseñado hacer otra cosa. Así que llegó la ansiedad y literalmente de la noche a la mañana, me encontré que mucho de lo que me habían enseñado sobre lo que tenía que hacer con la vida y conmigo mismo ya no me servían. Tardé años en darme cuenta de eso. De que tenía que SOLTAR los viejos conceptos, patrones y creencias y abrirme a cultivar algo nuevo en mi:
- Confianza
- Paciencia
- Honestidad
- Aceptación
- Compasión
- Humildad
- Comprensión
Desde ahí sí que brotaba lo que más anhelaba: paz.

miércoles, 7 de septiembre de 2016

¿ CÓMO PREVENIR LAS CRISIS DE ANSIEDAD ?

Explicar cómo prevenir las crisis de ansiedad, es básicamente explicar cómo se sale de la ansiedad ¿Por qué? Pues porque las crisis no son más que descargas de tensión que el cuerpo expulsa al no poder albergarla más. Y dado que cada persona genera dicha tensión por razones distintas, sería basante extenso explicarlo aquí.  Por lo tanto, el prevenir las crisis va paralelo a la propia salida de la ansiedad. Aunque de forma muy escueta podemos decir que para prevenir las crisis, hay dos puntos fundamentales. El primero es actuar sobre las causas que nos genera la ansiedad y segundo el llevar a cabo una serie de prácticas.
Respecto a las causas... hay muchísimas que pueden generarnos esa tensión que el cuerpo finalmente se ve obligado a expulsar en forma de síntomas y crisis. Tales como:
Guardar silencio cuando debería hablar.
Decir "sí" cuando siento que debertía decir "no".
Aguantar situaciones indignas.
No atreverme a salir a la vida y coger de ella lo que necesito para ser feliz.
La necesidad de tenerlo todo controlado.
Buscar constantemente la aprobación y aceptación de quienes me rodean.
Llevar una vida con la que no me siento satisfecho.
Andar siempre autocontrolándome para no sentir miedo, culpa, ira, enfado, tristeza,...
Razones hay muchas, cada persona tiene las suyas propias por las que va albergando esa tensión que el cuerpo ha de expulsar. Un buen psicólogo es la persona indicada para hacérnoslas ver y qué hacer al respecto.
Pero ¡ojo! El tratar de prevenir las crisis de ansiedad, no hemos de hacerlo desde la intención de "no querer volver a sentirlas". Sé que esto último no es fácil, debido a lo desagradables y lo mal que se pasa, pero también sé que es crucial tenerlo en cuenta.  Ya que hagamos lo que hagamos desde esa actitud, no nos llevará a sanar el problema, sino sólo a enmascararlo. La experiencia me dice que todo aquello que hagamos para salir de la ansiedad, ha de hacerse no para no sentirla, sino para redirigir nuestra relación tanto con nosotros mismos como con la propia vida.  Por ejemplo, si a mi me dan crisis porque soy una persona muy autoexigente y trato de no serlo "para ver si así no me dan", lo que estoy haciendo ahí es tratar de engañar a la ansiedad y a mi mismo con el objetivo de no sentir síntomas. Y os puedo asegurar una cosa, a la ansiedad no se le puede engañar. He de dejar de ser tan exigente conmigo mismo por respeto, amor y consideración hacia mi propia persona. Y si yo llego a tomar verdadera conciencia de ello, actuando de manera coherente y sentida, el dejar de tener crisis y síntomas será un beneficio colateral más de ese bienestar en el que entraré al exigirme menos.
Bajo mi experiencia, actuar sobre la causa que nos genera la ansiedad, es la mejor manera de prevenir las crisis. Aunque si bien es cierto que hay prácticas que nos ayudan enormemente a ello. Y personalmente las que mejor me fueron son:
1.- Llevar un estilo de vida saludable. Esto implica dormir ocho horas de calidad, ya que en un cuerpo descansado hay menos espacio para la ansiedad. Así mismo cuidar los horarios y comer de forma saludable. Sé que cuando tenemos ansiedad, tendemos a comer peor y que nuestro sueño se vea alterado. Es por ello que este campo sea de especial interés a tener en cuenta a la hora trabajar por nuestro bienestar.
2.- Practicar deporte. A través de él expulsamos tensión que no ha de ser expulsado en forma de síntomas y generamos endorfinas naturales que son contrarias a la ansiedad. Aquí también hemos de poner especial atención. Si practicamos deporte para no tener ansiedad, nos estaremos olvidando de la parte más importante de dicha práctica: disfrutar. Así que sea cual sea el deporte que practiques, hazlo para disfrutar del mismo y no para salir de la ansiedad. Bajo esa premisa ¿qué deporte practicar? El que más te guste acorde con tus condiciones físicas y posibilidades, pues el objetivo primordial es el disfrute.
3.- Practicar meditación. Esta es fundamental ya que va al origen de todo, que no es otra que nuestra fusión con los pensamientos que son los principales generadores de ansiedad. Si a través de la práctica meditativa adquiero la habilidad de saberme distinto de mis pensamientos, éstos dejarán de generarme la principal tensión que genera los síntomas.
4.- Practicar relajación. Si tenemos el cuerpo tenso, solemos sentirnos precisamente tensos de sentirnos así. Con lo cual es la pescadilla que se muerde la cola. Aprender a relajarnos en cualquier momento y lugar nos da la posibilidad de cortar esa círculo y disfrutar más del momento en lugar de estar pendiente de cómo tengo el cuerpo. Además, la relajación tiene otra gran función que es la de aliviar el sufrimiento y el malestar, con lo que al sentirnos mejor generaremos menos tensión.
En definitiva, la experiencia me dice que lo importante no es no tener crisis o síntomas (aunque cueste comprenderlo). Lo importante es sanar aquello que los ocasiona.

domingo, 4 de septiembre de 2016

MIEDO AL MIEDO

La única función del miedo es nuestra seguridad. En el fondo, aunque cueste creerlo, lo que pretende el miedo es garantizar nuestro bienestar. Es decir, el fin último del miedo es que nos encontremos bien.
Entonces ¿qué ocurre? ¿Por qué me encuentro tan mal cuando siento miedo? Porque no le permitimos existir. No nos permitimos sentir nada que no sea gozo, alegría, felicidad, plenitud,... Parece que tuviéramos un libro de reglas en el que se indica:

- Prohibido sentir miedo
- Prohibido sentir tristeza
- Prohibido sentir enojo
- Prohibido sentir ...

¡Pero a ver! Seamos realistas y pongamos los pies en el suelo ¿Qué ser humano no siente miedo, tristeza, enojo,..? ¡Somos seres humanos! No seres salidos de anuncios de televisión. Así que ir negando nuestro sentir es negar nuestra propia naturaleza. Y por eso sufrimos tanto cuando lo rechazamos ¿Te imaginas a una flor luchando por no ser flor? ¿Cómo sería? Por lo que el primer paso para salir del miedo al miedo, es reconocer y aceptar nuestra propia naturaleza.
Estamos todo el tiempo tratando de sentirnos de una determinada manera y ¡¡¡ESO NO FUNCIONA!!! para sentirnos como queremos ¿Ves lo absurdo de estar todo el tiempo tratando de sentirte bien? Detente y párate de verdad a verlo antes de continuar leyendo.
¿Y por qué no funciona? ¡Pues porque ya nos sentimos de una manera! La que sea. La que tengamos en cada instante. Siempre nos sentimos de una determinada manera y lo que precisamente nos hace sufrir, es el andar forzándonos para sentirnos de otra. Es ese forcejeo interior el que nos lleva al sufrimiento.
Cuando descubrí esto último me rendí a la más pura evidencia. Esto es, ME SIENTO COMO ME SIENTO. Punto. Ya está. Es absurdo luchar contra mi sentir porque no sirve para sentirme mejor. Ése fue un paso importante, el reconocer la INUTILIDAD DE LA LUCHA. Fíjate cómo la lucha no sana. La lucha no te hace sentir como te quieres sentir. Y ahora observa cómo esa lucha está impulsada por el miedo al miedo. Una de las reacciones que tenemos cuando tenemos miedo, es la lucha. Es decir, luchamos contra nuestro sentir porque le tenemos miedo a lo que sentimos.
Párate. Detén tu lectura e imagina con tooodo lujo de detalles, cómo sería no tenerle miedo a lo que sientes ¿Cómo sería el instante siguiente a no tenerle miedo a tu sentir? ¿CÓMO SERÍA TU MIEDO SI NO LE TUVIESES MIEDO? ¿Qué ocurriría con él? De verdad, párate, trata de verlo contestando a esas tres pregunta. Si es necesario, termina de leer este artículo mañana u otro día. Pero detente ahí todo el tiempo que necesites.
¿Lo has hecho ya? Bien. Ahora comprueba cómo ésas respuestas se parecen mucho más a como realmente quieres sentirte y reflexiona sobre ello.
Ante todo ello, lo más seguro que te estés diciendo "Vale, eso está muy bien ¿pero cómo dejo de sentir miedo al miedo?" Para contestar a esa pregunta sólo puedo hacerlo diciendo lo que yo hice. Todo es cuestión de perspectiva, de visión, de darse cuenta. El verdadero "darse cuenta" se produce cuando razón, emoción e intuición encajan. Es un "ahora lo veo" y algo dentro de ti comienza a ver la situación desde otra perspectiva. Pero... ¿darse cuenta de qué? Pues de algo que experimentamos a diario cuando se tiene ansiedad, pero que no caemos en la cuenta. Esto es:
QUE EL MIEDO AL MIEDO NO HACE QUE DEJES DE SENTIR MIEDO.
El miedo al miedo ¡no funciona! para dejar se sentir miedo. Es inútil. No sirve para tu bienestar ¿Y cómo llegar a ese darse cuenta? Pues como siempre lo hacemos: OBSERVANDO. Dedica horas, días, semanas si hace falta a observar de forma neutra e imparcial, el cómo tu sentir miedo al miedo, no te lleva a sentirte mejor. Puede que todo esto ya lo sepas, que intelectualmente lo sepas, pero si continuamos sintiendo miedo al miedo, es que aún no lo hemos experimentado, no lo hemos vivenciado. Y para llegar a vivenciarlo, hemos de detenernos una y otra vez a observar de manera neutra e imparcial la inutilidad de la lucha, la inutilidad del miedo al miedo. El cómo no nos sirve para ganar en paz y bienestar. De nuevo párate ahí y si es necesario, termina de leer otro día. No importa lo que tardes en leer este artículo, lo que importa es que ganes en VISIÓN, en perspectiva y con ella que ganes en paz.
La lucha es inútil. Vale ¿Y qué es lo que nos es útil? Si has tardado varios días en llegar a este punto de la lectura, posiblemente ya lo hayas comprobado. Lo que nos es útil es esa observación que nos lleve a ese darnos cuenta. Porque cuando nos damos verdadera cuenta de que algo nos es inútil... lo tiramos, lo desechamos, nos deshacemos de él. Y te digo que cuando dejamos de tenerle miedo al miedo... éste último pierde toooda su fuerza. Cuando dejas de sentir miedo a tu sentir... lo dejas fluir. Y cuando tu sentir fluye... toooodo se suaviza. Los síntomas, los pensamientos, las sensaciones,... bajan considerablemente en intensidad y frecuencia.
Cuando leía este tipo de actitudes en los libros de Anthony de Mello, recuerdo que me decía "ya, pero no puedo evitar sentir miedo al miedo, no puedo evitarlo" Hasta que me di cuenta de que precisamente no tenía que evitarlo. Sino permitirlo. Sí, lo sé. No es fácil permitirlo. Pero no es fácil sólo en ese primer instante en el que de forma honesta te permites sentir. Una vez atravesado y con la práctica, te das cuenta de que todo se suaviza y ablanda. De que al otro lado del permitirte sentir, está lo que andabas buscando a través de la lucha.
De la ansiedad no se sale luchando contra nuestro sentir sino permitiéndolo. Es la batalla que iniciamos contra nosotros mismos, la que hace que la ansiedad se prolongue en el tiempo.
Si quieres paz... ¡¡ DECLÁRATE LA PAZ !!
Me declaro la paz a mi mismo
Me declaro en paz hacia mi persona
Suelto las armas
No soy mi enemigo
No he de cambiarme
Sólo he de amarme
Dejo que mi cuerpo se afloje
Me declaro la paz